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Doria llevaba una maleta en sus manos, y la dejó en el suelo, cuando corrió a acercarse a Lana —¡¿Cómo estás, pequeña?! ¡Mírate! Demacrada, y débil, ¿Qué te hizo la bestia de Aaron Greene? —M hermano no hizo nada. —No estoy hablando contigo —¡Cállate, madre! Te prohíbo que hables así a Larissa, ella es hermana de Aaron, mi amiga y mi hermana. —¡Ella es solo una arrimada en esta casa! No olvides tu lugar, Larissa, esta casa es de la señora Greene, y mi Lana lo será, pues ya lleva al heredero de Aaron en su vientre. Lana la miró con furia —¡Lárgate de aquí! —¡Claro que no! He venido a cuidarte, a ti y a mi nieto Greene, por eso estoy aquí. Lana sentía sus caricias sobre su rostro, y en lugar de sentirse protegida, sentía rabia —Yo las dejo solas, para que platiquen. Larissa se fue deprisa, con Pía, estaban incómodas —¿Cómo es que vino esa mujer? Ella vendió a su hija a la señora Dakota, sin importarle nada —dijo Larissa —Esa mujer vendería su misma piel al diablo, haría todo
Cuando Aaron y Larissa llegaron a ese lugar, ella miró alrededor, era como un lugar abandonado de la mano de Dios, tan pobre, como ella nunca conoció, Larissa provenía de una familia muy humilde en el pasado, pero nunca de ese alcance. Aaron la llevó hasta una gran carpa, él fue el primero en entrar, Larissa sintió la mirada de todos sobre ella. Al entrar, Larissa miró con ojos severos a esa mujer, tenía las manos sobre el pecho de su Archi, sintió como si la sangre se le quemara, pero, luego, vio la herida que ella curaba. —¡Archi! Él se levantó al escuchar el sonido de su voz, ni le importó tirar las vendas o el alcohol, la abrazó, como si no sintiera dolor. —¡Mi señorita! Ella sonrió al verlo —¡¿Qué te pasó?! —exclamó con angustia —Estaré bien, solo, fue un golpe, nada malo. Ella miró la herida, era enrojecida, pero no mayor. —Archi debemos hablar —dijo Aaron. Rocío miró con rabia a Larissa, y ella pudo sentir su mirada severa enfocada en su rostro, Larissa bajó la mirada
Archi besó sus labios, no pudo evitarlo, ella cedió ante su dulce caricia, lo amaba tanto, sabía que era él, sintió su lengua abrirse paso por su boca, acariciándola con dulzura, él tocaba su piel, acercándola a su cuerpo, la amaba, la deseaba, Larissa era su mundo, un mundo mejor que nunca imaginó, ¿Se podía cambiar por amor? Archi no tenía duda de que por ella podría dar todo lo bueno que tenía. Sus labios bajaron a su cuello, lentamente, era tan suave, como la seda, ella sentía que se rendía, que el miedo que una vez vivió en su corazón, se disipaba, relajó su cuerpo, pero Archi se detuvo, sus ojos se miraron fijamente, había deseo y amor brillando, el fuego de la pasión bullía en su sangre. —No te detengas… yo… —la voz de Larissa era temblorosa, él acarició su rostro con suavidad —Te amo, Larissa, siempre te amaré. —Quiero ser tuya, quiero olvidarlo, cúrame con tus besos y tu piel… Archi se acercó a sus labios, los besó con tanto amor, sus palabras eran como una orden que siem
Alex no podía soportar un golpe más, hasta que escucharon el ruido de una sirena, entonces se alejaron, y lo dejaron tirado al lado de la carretera, los hombres se apuraron para escapar.La policía se detuvo, para observar al hombre tendido en el suelo, pronto supieron que se trataba de Alex Donovan y corrieron a socorrerlo, lo llevaron al hospital, Alex estaba muy malherido.Aaron y Archi platicaban, estaban a punto de volver a Ovyu.—En dos meses comenzará el enfrentamiento final, y pronto, será destituido Suárez, claro, si todo sale bien, entonces, esto terminará, volverás a casa, y podemos hablar sobre la boda, y hablando de bodas, tu hermana y yo nos casaremos en un mes.Archi sonrió.—Me alegro, además, sé que están esperando un bebé.Aaron tenía ojos brillantes—Sí, estamos muy ilusionados, en realidad, solo queremos rehacer la boda religiosa, queremos que las personas que amamos estén ahí, eso es lo que queremos.—Claro que sí, estaremos ahí, estaré feliz por ustedes.—Tu madre
Aaron tomó a Lana en sus brazos, tras ella salió Doria, gritando enloquecida al ver a su hija tan mal —¡Dijiste que la cuidarías! —exclamó Aaron —¡Aaron mi bebé! ¡Me duele! No dejes que nada malo le pase a mi bebé —exclamó Aaron la llevó hasta el auto y el chofer manejó tan rápido a la clínica. Damiana paseaba por la habitación desesperación, mientras Terry solo veía televisión, sin preocupación, ella escuchó resonar su móvil y respondió —¿Qué es lo que pasó? ¿De verdad? —esbozó una sonrisa—. Espero que salga como lo planeamos, estaré feliz, iré para allá. Ella colgó la llamada, Terry apagó el televisor, y se acercó a la mujer —¿Qué fue lo que pasó? —Lana se puso mal, parece que ha perdido al engendro. Terry se levantó y tomó su cuello, apretándolo, dejándola sin aire —¡Más te vale que no le pase nada a ella! —exclamó y le soltó tal golpe sobre la mejilla, que ella chilló de dolor—. Eso y más sufrirás, si algo malo le sucede a Lana. Damiana lo miró impactada, tocó su rostro y
Larissa entró en aquella habitación, vio a Alex recostado, estaba golpeado, tenía un ojo morado, el labio roto. Ella lo miró con angustia, sintió compasión por él, no podía soportar verlo herido. Él abrió los ojos y la miró, se sorprendió —¡Larissa! ¿Cómo estás? ¿Por qué estás aquí? —¿Cómo te sientes? —Bueno, estoy bien, son unos golpes, nada más, no te angusties. Ella miró sus ojos —Lana volvió a ponerse mal. Alex sintió una angustia, y respiró profundo —¿Cómo está? Larissa hundió la mirada y lágrimas caliente corrieron por su rostro, él tocó su mano, sintió temor de su gesto —¿Larissa…? —Mi sobrinito murió, ella perdió al bebé, ¡Estoy tan destrozada! —dijo cubierta de llanto Alex acunó su rostro, la acarició con suavidad —Lo siento tanto, Aaron debe estar destrozado. —Lo está, intenta hacerse el fuerte para ella, pero está destrozado. No sé como va a tomarlo, Lana, ella, va a sufrir mucho, no merece esto. —Larissa, solo Dios sabe por qué mantengamos la fe, nunca nos ab
Dos meses después. Aaron leía los periódicos, se hacían eco de la noticia de la desaparición de Lito Morales, se presumía su muerte, sin embargo, Aaron sabía que eso era falso, no, Lito no estaba muerto, estuvo malherido, pero ahora sanaba en un pequeño pueblo de Barza, escondido para no ser hallado. Un traidor que logró inmiscuirse en su equipo, logró informar su ubicación y hacer que fuera emboscado, ahora estaban libres de traidores. Él lanzó un suspiro, esperaba que pronto acabaran con el gobierno de Suárez, esperaba que pronto todo eso fuera el pasado. Larissa tocó a su puerta, eran solo las siete de la mañana, ella trajo su café —Buenos días, hermano, ¿Cómo estás? —Bien, ¿Cómo estás, tú? —Bien, quería preguntarte, ¿No te ha llegado alguna carta de Archi para mí? Aaron frunció el ceño, confuso. —No, ¿Por qué lo preguntas? —Es que, no he recibido ninguna carta de él, desde hace casi un mes, es raro, él no es así, siempre me manda cartas o regalos, y, no sé nada de él. Aa
Lana no podía hablar, sintió que estaba congelada ante Terry y su fría mirada azul —No quiero que grites, no quiero que hagas nada, solo escúchame, por favor. Ella asintió despacio y él la liberó, ella se quedó en calma, sus ojos estaban cristalinos —Terry… Él siseó despacio —No fuiste, Lana, te esperé, esperé por ti toda la noche, por amor, pero tú, volviste con ese hombre, el mismo que casi acaba conmigo, ¿Cómo elegiste a ese monstruo? —Terry, escúchalo, él no tiene nada que ver con lo que te ocurrió, Aaron es inocente. —¿Eso te dijo? ¿Eso es lo que te dices cada noche para no sentirte mal por mí? ¡Me traicionaste, Lana! Rompiste mis sueños de amor, me dolió, créeme, me dolió. —Lo siento, Terry, no te amo, te lo dije, amo a Aaron, siempre lo amaré a él. Terry frunció la boca, sus manos se volvieron un puño de furia, conteniendo toda su violencia, no quería perderla, no como a su exnovia Aranza —¿Sabes? He estado sufriendo por ti, mucho tiempo, pero no más, quería que lo sup