Aaron besó sus labios, ella se dejó llevar, sintiendo esa suavidad, ella no podía alejarse de él, sintió sus manos sobre su cintura —Te amo tanto, Lana, perdóname todo, viviré siempre para pedirte perdón, para hacerte feliz, déjame hacerlo, déjame hacerte feliz por toda nuestra vida. Ella sintió sus manos sobre su rostro, miraba sus labios, anhelando que se callara, que la besara con ese fervor —Sí, yo te amo, Aaron, siempre soñé con esto, es como si ahora mismo soñara, es así, llegué a esta casa y fantaseaba con ser feliz, y ahora, parece como si fuera una ilusión. —No lo es —dijo Aaron mirándola con dulzura, y con algo de tristeza, porque le dolía que ella lo viera como una utopía—. Esta casa es tuya, yo soy tuyo, no es un sueño, amor, es la realidad, es nuestra realidad. En este mundo lleno de penumbras, tú eres mi luz, tú pintaste mi alma de colores verdaderos, solo tú, Lana, ahora quiero amarte, déjame amar cada parte de tu alma. —Sé lo que tratas de decirme, tus hermosas pal
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