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Alex Donovan corrió a detener a Lilian Paz, quién gritaba como una loca, desesperada, mientras todos los invitados observaban tan horrible situación Lana estaba con Aaron, tocó su nuca, observando la sangre correr, él esbozó de pronto una sonora carcajada que la dejó perpleja —¡Aaron! —exclamó al escuchar su risa retumbar por todo el lugar —¡Qué locura! Estoy bien, no te preocupes, ¡Oh, querida! Déjala que me rompa la cabeza, si es el precio que debo pagar por su despecho —dijo divertido —¡Aaron Greene estás loco! —sentenció Lana, pero, de todos modos, tomó su mano y lo obligó a caminar, alejándose del jardín, junto a Larissa. Todos los invitados fueron marchándose, en el camino se encontraron con Archi, quien al ver la situación se acercó —¿Qué ha pasado? —Ayúdanos a llevar a Aaron a la mansión —dijo Lana con desesperación, Archi le pasó la mano por los hombros, y junto a Larissa fueron a la mansión. Lana se detuvo, observando a Lilian quien intentaba correr hacia la casa —¡¿
Aaron besó sus labios, ella se dejó llevar, sintiendo esa suavidad, ella no podía alejarse de él, sintió sus manos sobre su cintura —Te amo tanto, Lana, perdóname todo, viviré siempre para pedirte perdón, para hacerte feliz, déjame hacerlo, déjame hacerte feliz por toda nuestra vida. Ella sintió sus manos sobre su rostro, miraba sus labios, anhelando que se callara, que la besara con ese fervor —Sí, yo te amo, Aaron, siempre soñé con esto, es como si ahora mismo soñara, es así, llegué a esta casa y fantaseaba con ser feliz, y ahora, parece como si fuera una ilusión. —No lo es —dijo Aaron mirándola con dulzura, y con algo de tristeza, porque le dolía que ella lo viera como una utopía—. Esta casa es tuya, yo soy tuyo, no es un sueño, amor, es la realidad, es nuestra realidad. En este mundo lleno de penumbras, tú eres mi luz, tú pintaste mi alma de colores verdaderos, solo tú, Lana, ahora quiero amarte, déjame amar cada parte de tu alma. —Sé lo que tratas de decirme, tus hermosas pal
Larissa terminó la clase y le dejó algo de tarea a Archi, él estaba por irse, cuando se encontraron con Alex, Larissa sintió unos nervios espantosos —Nos vemos, señorita, y muchas gracias por lo que hace por mí. Alex escuchó sus palabras y de pronto sintió como un miedo en su interior, dejó que Archi se fuera, Pía también se fue, pero los miró con rareza, sintió que había algo entre ellos, algo que estaba a su alrededor y no podían escapar de eso —Larissa, quería pedirte una gran disculpa, la forma en que me comporté contigo, es inadmisible —dijo Alex al mirarla Ella tragó saliva —No te preocupes, lo he olvidado —dijo con algo de desdén y él sintió dolor de pensar que no fuera tan importante para ella —Debo irme. —¿A qué se refiere Archi, cuando te agradeció por lo que haces por él? —exclamó —Bueno, él no sabe leer, ni escribir, quiere aprender, yo me he ofrecido a enseñarle. Alex la miró bien y sonrió —Eres demasiado generosa, ¿Sabes? Tu hermano paga una escuela para que per
Aaron rentó una hermosa casa en el pueblo de Santana, que estaba muy cerca de la bahía —¿Les pareció el viaje muy cansado? —preguntó Aaron —No, en realidad fue muy corto, y las vistas fueron hermosas, este lugar es precioso. —Lo es —dijo Alex prestando mucha atención a Larissa, tanta que la sonrojó. —Bueno, si no están cansadas, mujeres, deberán ir a comprar sus vestidos para la fiesta, nosotros los caballeros, antes de ocuparnos de esos menesteres, primero debemos ir a arreglar unos asuntos laborales. —Está bien, entonces, los veremos después —dijo Lana, y ella besó la mejilla de Aaron, pero él se giró para besar sus labios con dulzura. Lana y Larissa subieron al auto, el chofer las llevó de compras al centro de Santana, ella le dio una carta —Mi hermano me dio esto para ti. Larissa abrió ojos enormes —¿Para mí? —Sí, aunque no entiendo cómo es que ha escrito algo, él no sabe leer, ni escribir. —Yo le estoy enseñando, ¿No te lo dijo? Lana abrió ojos enormes —¿En serio? ¡Va
El día de la fiesta de los nobles, estaban listos para acudir, cuando Aaron vio a Lana no pudo tener ojos para nadie más, ella era tan hermosa para él, con sus largos cabellos rojizos y su vestido elegante, azul celeste, ellos se adelantaron al auto y cuando Larissa bajó, y Alex pudo verla le pareció tan bella como una mítica ninfa, le prestó su brazo, ella lo tomó, yendo a su lado. Pronto, llegaron a la villa del conde Federico de Esla, la villa era espectacular y hermosa, con jardines verdes, llenos de vida. Al entrar, los llevaron hasta un gran salón, donde pudieron encontrar a la crema y nata de la sociedad noble del Mediterráneo. Aaron llevaba sus lentes oscuros, su bastón blanco, y tomaba la mano de Lana, a la que ahora presentaba a todo el mundo como su prometida. Un hombre se acercó a ellos, tenía un porte impecable; alto, rubio, de ojos oscuros —Un placer tenerlo aquí, señor Greene, tengo entendido que usted ha odiado estos eventos, encontrándolos superficiales, me alegra
Las mujeres sollozaban, mientras les eran arrebatadas joyas tan costosas; anillos de oro, collares de perlas o diamantes, aretes, y zapatos, todo el robo era a punta de pistola, pero incluso los ladronzuelos no hicieron más daño a nadie, que el miedo infligido —Querido rey, ha sido un gran placer haberle robado en su propia cara, envíele mis saludos al rey emérito y a la reina madre —Lord Di Tacco reparó en la presencia de la reina Ana, y el rey Leonel tomó su mano, como para apartarla de la vista del delincuente, que le hizo una suave reverencia—. Su anillo de diamantes, su majestad, sería maravilloso para ayudar a los pobres, ¿Puede dármelo, por favor? La reina Ana miró su anillo, era de compromiso, y miró al rey Leonel —¡Cómo te atreves a hablar así a una reina! La mujer se quitó el anillo y se lo tendió en la mano —Ojalá sirva para alimentar a muchas personas que lo necesiten. Lord Di Tacco esbozó una suave sonrisa, que solo se veía a través de sus labios —Tiene mi palabra
Lana llevó a Aaron, hasta una habitación privada que les prestó el duque, ella curaba su herida, y él se sentía mejor, de pronto, la puerta se abrió y Lilian entró, ella acunó el rostro de Aaron, y Lana la miró con ojos tan feroces, que creyó que, si no se alejaba, perdería el control, sacándola arrastras de los cabellos —¡Aléjate, mujer! —exclamó Aaron con firmeza cuando escuchó su voz —. Estás faltándole el respeto a mi prometida, y perdiendo tu propia dignidad. Lilian le miró con ojos llorosos —¿Así es como dices que me has perdonado, y sigues vengándote? Aaron hizo un gesto de fastidio —Eres de las personas que nunca aprenderán, anda, vete de aquí. —¡Ya oíste, mujer! —Lana no esperó que dijera nada, la tomó del brazo y la sacó, cerrándole la puerta en las narices. Aaron rio un poco, y ella volvió a curarle su herida —¿Dónde estabas, Aaron? ¡Estaba tan angustiada! —exclamó Lana, él acarició su rostro, —Salí a tomar un poco de aire, queríamos fumar, y de pronto, unos hombre
Aaron escuchaba al doctor hablar sobre la salud de Damiana, ella estaría bien, fue golpeada, tenía algunas lesiones leves, y moretones, pero estaba bien. La trasladaron al hospital de Ovyu, pero pronto la llevarían al pueblo. La policía le explicó que, ella fue asaltada, todo el dinero que tenía en un banco, fue vaciado, con cheques que ella giró a nombre de un tal Loreto Ellis, ahora la policía lo buscaba, pero todo el dinero fue robado. —¿Puedo ver a mi hermana? El doctor asintió y una enfermera lo dirigió a donde podía verla. Al entrar en esa habitación, Aaron fue dejado a solas con Damiana, él se quitó los lentes, sostuvo su bastón, pero pudo verla bien, ella estaba tendida sobre aquella cama, parecía débil, parecía alguien inocente, si no fuera porque Aaron la conocía bien, sabía que su alma estaba corrompida por la ambición y el poder. Damiana abrió los ojos, y miró por la habitación, entonces encontró esa mirada azul, de pronto se enderezó como un resorte y lanzó un quejido