Después de semanas de incertidumbre y de amenazas, Gianina, Adriano, los cuatrillizos, Francesco e incluso Johanna se mudaron nuevamente a la mansión Messina, donde se estaba quedando también Claudio, el hermano de Adriano, por una cuestión de seguridad. Al fin y al cabo, ¿quién podía fiarse mucho tiempo más de la mansión Rossi? Nadie, claramente. Después de todo, Antonio estaba vivo y nadie mejor que él para conocer los puntos flacos de la vivienda.Por esto, la mansión Messina se había convertido en un refugio, pero también en el escenario de tensiones crecientes. Los días pasaban bajo una sensación constante de peligro inminente.Ahora, todos vivían juntos bajo el mismo techo y la enorme vivienda se sentía más llena, pero eso no significaba que estuvieran mucho más tranquilos. Los problemas de la empresa y las amenazas externas lejos de mejorar habían empeorado y pesaban sobre todos, incluidos los empleados, quienes cumplían con sus tareas a rajatabla, pero con caras largas y preoc
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