Alexander esperó a la tarde para reunir a sus hijos y a Diana.Los mandó a llamar al salón y cuando estuvieron todos allí les pidió que se sentaran.—Hoy papá les contará una historia… Un cuento —les dijo y sus hijos comenzaron a quejarse.—Ay, no, papá, tus cuentos son muy malos. Mejor tú, mami, cuéntanos tú uno.A Gabriel ya parecía que se le había pasado el enfado con Diana y volvía a estar apegado a ella.—Mi mami es la mejor contando cuentos —la defendió Victoria.La niñera, después de su último encuentro, parecía no querer ni mirarlo y solo estaba allí porque la había mandado a llamar junto con los niños.—No les hagas caso, papi, cuéntanos el cuento.—Eso haré, Nathan, porque este cuento les va a gustar ya que es real, me ocurrió a mí. ¿Quieren escucharlo?—¡Sííííí! —gritaron los niños.—Y tú, Diana, ¿quieres escucharlo? Te veo muy callada y en este cuento también eres la protagonista —la increpó con una sonrisa fingida.Ella lo miró sin entender, pero pronto lo haría.—Sí, cla
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