22. Como flotando en una nube
Samantha entró a su apartamento muy tranquila, tanto como hacía mucho tiempo no se sentía.David la había acompañado, habían tomado un taxi juntos y la había dejado frente a su edificio. Ella había insistido en pagar el taxi, pero el como buen caballero no lo permitió. Así que ella le agradeció y le aseguró que, si llegaban a compartir nuevamente uno, correría por su cuenta. David se veía complacido al escucharla.Lanzando su bolso al sofá, Sam pasó a la cocina para buscar algo de beber, en ese momento una nueva llamada entró a su teléfono.—¡Sam! ¿Qué pasó? Me cortaste la llamada de afán. ¿En dónde estás? ¿Estás con alguien? —Norma preguntaba en una retahíla ansiosa. Sam no solía esconderle nada, así que en cuanto le dijo que no podía hablar, que estaba en medio de algo, las alarmas de Norma se encendieron.—Calma, calma. Ya estoy en casa. Cuando me llamaste aún estaba en la universidad —dijo Sam con tranquilidad, mientras sacaba una jarra de la nevera y servía zumo en un vaso.—
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