38. Delirio de persecución
Al terminar la jornada Bruno, Sam y David ayudaron a los chicos a prepararse para ir con sus padres que ya los estaban esperando fuera del salón.Mientras iban saliendo, Sam se percató de que entre la gente había un hombre extraño. No parecía estar buscando a ninguno de los niños. Ella notó que la observaba, pero a su vez el hombre trataba de disimular y pasar desapercibido.Sam empezó a sentirse inquieta, así que se acercó a David para comentarle lo que pasaba, pero cuando estaba a punto de hacerlo, el sujeto desapareció. —¿Pasa algo? —preguntó David, preocupado por la expresión de Sam, pero ella negó con la cabeza.—No, no es nada.Después de terminar de despedir a los chicos y charlar con Bruno por un rato, los dos salieron de la fundación hacia la camioneta. David se veía feliz, orgulloso de su trabajo.—¿Qué tal te pareció la prueba? —le preguntó David, mientras subía la silla a la parte posterior de la camioneta, Sam sonrió.—Muy buena, solo te falta hacer los últimos ajustes y
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