La mañana siguiente, ya me encontraba en el aeropuerto, esperando a mi padre. Cuando atraviesa la puerta, corro hasta él, para envolverlo con mis brazos. Lo he extrañado bastante. Sus vacaciones fueron muy largas, y a pesar de que haya venido solo, sin mi madre, estoy feliz de tenerlo conmigo. — ¿Cómo has estado, hija mía? — saluda, devolviéndome el abrazo. — Bien padre, extrañándote. ¿Qué tal el viaje? — pregunto de forma tranquila, con los ojos cristalizados. A veces, solo a veces, me paso con la cursilería, pero he estado tan alejados de ellos, de él, que me parece irreal verlo, y eso que, solo está de vacaciones. — Extremadamente agotador. El viaje fue largo y tenso, pero ya estoy a quí. Tu madre te ha mandado esto. Mi rosa no quiso viajar — comenta, entregandome una cajita de pana pequeña, para después colocar mi brazo sobre el suyo, mientras nos encaminamos hacia el coche —. ¿Qué tal la empresa? — No me quejo. Me gusta mi trabajo — contesto con tranquilidad —. Gracias por tr
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