Mientras estábamos camino a mi departamento, en mi mente aún se reproducía, aquella sonrisa lobuna. Su pantalón negro con su tapado negro, y ese parche, lo hace ver como un ángel oscuro, una figura imponente que atrae las miradas de cualquier persona, sea hombre o mujer; sin embargo, su atención estaba puesta en mí. — ¡Kerianne! ¿Qué te sucede? Desde ayer andas muy callada, distraída. ¿Qué es lo que te tiene así? — pregunta mi amiga, y al parecer, no es la primera vez que pregunta —. Te estamos hablando, pero ni siquiera nos prestas atención, ni fingen con algún sonido, escucharnos. Bajo la mirada, y comienzo a jugar con mis dedos entre sí, sintiéndome un poco rara por lo que estoy sintiendo, lo menos que quiero, es que se burlen de mis sentimientos. No soy cobarde para negar lo que siento, y efectivamente, aunque no me guste la idea, Arturo tiene cierto poder sobre, porque realmente lo sigo queriendo. Puede sonar bastante raro, pero es así. Sin embargo, eso no significa que pueda
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