René Chapman No habíamos estado en un mejor momento de nuestra relación, como el de ahora. Los días eran largos mientras no estábamos juntos y las noches tan cortas como un suspiro; Terminábamos agotados, uno encima del otro, jadeando y deseosos por más. En cuanto a nuestra hija, cada día demostraba su inteligencia y lo feliz que es a nuestro lado y eso me llenaba de un orgullo inexplicable. Por su parte, Ivette había empezado a asistir con un poco más de frecuencia al refugio de vida marina, lo que la hacía ver realmente feliz. La firma no había perdido ni uno si solo de sus casos y la vida era buena. Aunque la salud de mi abuelo continuaba comprometida, los esfuerzos de nuestro propio grupo de científicos no paraban de buscar nuevas formas de tratamiento. Hasta ahora, todo ha sido paliativo, pero a pesar de ello, ninguno perdía la fe en qué llegaría el momento de encontrar un tratamiento definitivo. —Hijo. Sonreí de manera involuntaria, al ver que, por azares del destino, mi
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