Ivette Russell¿En qué estaba pensando cuando actué así?Por Dios. No sólo había quedado como una tonta, sino, como una que estaba insegura de sí misma.Me escabullí de la habitación con la excusa de que ducharía a la bebé, pero lo cierto es que me quedé encerrada en el cuarto de baño completamente horrorizada.Alguien llamó a la puerta:—Sra., ¿Está bien?Se trataba de Clarissa.—Oh, sí. Perfectamente —mentí.—El Sr. me ha pedido que vea por usted.Abrí la puerta lo suficiente para asomar la cabeza por ella.Traidora.La sonriente cara de mi marido se dejaba ver por encima del hombro de la muchacha.—Gracias, puedes retirarte —dijo a la chica, quien acató la orden de inmediato.Ambos esperamos que la muchacha se fuera, para empezar la que intuía sería una pesada conversación.»—¿Estás ocultándote de mí?Esa estúpida sonrisa en sus labios me hacía querer golpearlo.—Ay, por favor. —Blanqueé los ojos—. ¿Por qué lo estaría?—No sé, lo mismo me pregunto. —Se encogió de hombros.—Si piens
René Chapman Las llamadas de Grace no habían dejado de entrar durante todo lo que quedó de esa tarde y el transcurso de la mañana siguiente. Y en parte, a eso se debe mi grado de irritabilidad.—¿No piensas contestar? —preguntó mi amigo, lanzando la vista de mí, al aparato que tenía sobre la superficie de la mesa del salón de juntas.—No tiene importancia —mascullé, fingiendo no perder atención de los papeles que tenía enfrente.—... ¿Es ella, otra vez? —tanteó la zona, como quien no quiere la cosa.Lo miré por un momento, tratando de decidir si mentirle a él también o no.—Esto es irritante. —Exhalé con impulso, depositando aun con más fuerza de la necesaria el manojo de documentos que tenía en mis manos—. ¿Por qué tiene que buscarme ahora?, ¿Qué gana con volver?¿Por qué se empeña en aparecer cuando ya he encontrado mi verdadera felicidad?—Seguro se enteró que estás casado con una buena mujer. —Suspiró —. Grace está loca, así que debes tener cuidado. Si Ivette...—Ivette ya lo sab
Ivette RussellDebo confesar que al salir de la villa sentí un poco de nerviosismo, pues, con tanto trabajo que tiene mi esposo en la oficina me daba un poco de pena entorpecerlo o sencillamente restarle parte de su precioso tiempo. Sin embargo, al ver la cara de felicidad que puso con nuestra llegada, todas mis dudas se disiparon.La manera en cómo se ha desarrollado la relación, luego de sincerar nuestros sentimientos es algo tan maravilloso que me hace soñar estando despierta.En René descubrí un hombre generoso y aunque él se niegue a aceptarlo, muy paciente.Mientras la niña jugaba con los creyones y lápices que tenía a su alcance, yo inspeccionaba el lugar, nada más que para matar el tiempo. Pues, tal y como me lo pidió, lo esperé en el mismo despacho de juntas, mientras él iba por nuestros cafés y las galletas para la bebé.—Ma-má —Escuchar el balbuceo de Tabby me hizo esbozar una sonrisa inmediata.Relegué mi inspección, para apersonarme dónde estaba ella, sentada en el piso c
René ChapmanCuando entré al despacho y miré la cara de mi esposa, supe que había pasado lo inevitable. Mi mente viajaba una y otra vez a ese momento y solo lograba sentirme más miserable.—Sinceramente, todavía no sé qué haces aquí.Mi mejor amigo me miraba con cara de desaprobación.»—Deja de ser un imbécil y ve ya mismo a tu casa.—No lo entiendes, ir ahora volverá todo más complicado. Tú no la viste, estaba dolida y enfadada. Creo que será muy difícil que me perdone esto.—Hombre, ¿Por qué tienes que ser tan pesimista?, ya es suficientemente malo que no tengas excusas válidas, como para que también tu tampoco te quieras ayudar.Lo fulminé con la mirada.—Tus palabras no me dan aliento, ¿Sabes?Aflojé el nudo de mi corbata.—No seas un cobarde, amigo. Ya el daño está hecho, ahora asume las consecuencias como el hombre que eres.Él tiene razón.Las cosas ya están mal con Ivette, así que, de ahora en adelante, mi prioridad es procurar que no sigan empeorando.—Me voy.Tomé mi teléfon
Ivette RussellSentí tanta presión sobre mis hombros, que solo quise salir corriendo. Pero solo lo suficientemente lejos como para sentirme menos agobiada y que, por supuesto, él pudiste encontrarme.Me deshice de todo aquel que se atrevió a cruzar en mi camino, siempre con la misma advertencia:«Quien se interponga en mi salida o informe a mi esposo, puede dar por terminada si relación laboral con esta familia.»Angustiados por perder su trabajo, ninguno se atrevió a mover un solo dedo en mi contra.Tomé el primer vehículo que encontré, acomodando a la bebé en su silla y luego puse el coche en marcha, conduciendo directo hacia el primer lugar que se me pasó por la mente:La playa de los helados.De paso, por la carretera, se ve un pequeño y alejado rompe olas en el que siempre había tenido la curiosidad de caminar.El agua chocaba tan fuerte contra los bordes de las rocas, que incluso algunas gotas alcanzaban a salpicarnos. Mientras yo rehuía de ellas, Tabby se emocionada por estar e
René ChapmanMe quedé de pie a un lado de la carretera, viendo como el vehículo en el que iba mi esposa y mi hija se hacía cada vez más y más pequeño, hasta convertirse en un punto indistinguible en la lejanía del horizonte.No creo que Ivette sea capaz de dejarme por esto, pero lo cierto es que estará bastante decepcionada por la actitud que he tomado.Recuperarnos de este altibajo tomará mucho tiempo y soy consciente de ello, pero eso no es lo que más me preocupa. O bueno, me preocupa en la misma medida que esto otro. Y es que, actualmente, lo que me martiriza es lo que la caprichosa y despiadada de Grace pueda hacer en contra de ella.Nunca estuvo del todo bien de su cabeza, y años después, por fin pude ser consciente de ello.Por Dios, ¿Qué mierda estaba pensando cuando le pedí un futuro a su lado?Es una suerte que mi abuelo jamás la haya conocido, porque, basándome en lo irremediablemente manipuladora que es, se lo hubiese metido al bolsillo, en cuestión de nada.Sin perder much
Ivette RussellEscuché con atención cada una de las palabras de mi esposo, sin embargo, debo confesar que quise intervenir muchas más veces de las que en realidad lo hice.—¿Tú abuelo nunca supo nada esto? —cuestioné.—No. —Cabeceó—. ¿Cómo crees que sería capaz de hacer algo así sin matarlo de un ataque al corazón?Tragué grueso, relajando mi postura por primera vez durante todo el relato.—Has dicho en más de una ocasión que Grace está loca —comenté—. Además de las razones obvias, ¿Hay otro motivo?—Es una manipuladora. Y bien consagrada. —Suspiró—. Con ayuda de un…—Con ayuda de Julius. —Lo interrumpí—. No intentes dejarlo fuera de todo esto, porque sé perfectamente que él es tu cómplice en todo lo que haces.—En eso te equivocas. Hay cosas que nunca se pueden compartir con terceros, Ivette. Pero no nos desviemos del tema. El punto es que, después de una serie de investigaciones, descubrí que Grace tiene un historial psiquiátrico. No solo sabe cómo manipular, sino también, como ment
René ChapmanAsí como ella esperó hasta el último momento para hacer su aparición y endulzar el oído de mi esposa con esas palabras bonitas, yo también esperé a que ella se marchara para ir a ver a mi mujer.—Esa chica no me gusta para nada —dije con total franqueza.—¿Se supone que ahora me espías? —espetó de mala gana.—No me gusta que esté cerca de ti y de la niña. Seguiremos financiando sus estudios, pero la reasignaré a otro departamento.—¡No te atrevas! —Colocó el vaso sobre la encimera de la cocina.—No quiero que me tildes de tirano, ni que estoy abusando de mi poder, pero sabes perfectamente que estoy en mi derecho de hacerlo.—René, por Dios. —Llevó ambas manos a su cadera—. ¿Acaso no te das cuenta de lo desesperado que te ves?—¿Por querer protegerlas? —Enarqué una ceja.—¿De Clarissa? —esbozó con ironía.—¿Cómo voy a saberlo si no la investigo?—Ya deja de ser así de controlador. Solo pareces estar molesto porque tengo alguien con quien platicar.—No. No estoy molesto en