Todos los capítulos de LA VENGANZA DEL GRIEGO. Serie pasiones griegas (Libro 1): Capítulo 41 - Capítulo 50
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Capítulo 40. ¡He encontrado a nuestros hijos!
Andy se dejó abrazar, no podía aguantar la emoción en su pecho, su corazón rebozaba de felicidad, siempre quiso tener a su padre y su madre, nunca pensó que de paso les tocaría esos bonitos e influyentes.—Kosta —habló el chico emocionado, sin embargo, al hombre no le gustó que lo llamara así y puso una expresión ceñuda.—Para ti no soy Kosta, si no papá —lo reprendió.—Quizás con el tiempo pueda decírtelo, debo primero a acostumbrarme a la idea —mencionó el chico sonriendo y él accedió, de pronto el chico se acordó de algo respecto a su condición médica y le preguntó —¿Me puedes decir por qué Stavros estaba tan preocupado por tu salud? ¿Acaso tienes algo de cuidado?Kosta miró a Stavros y movió de manera negativa la cabeza.—Ese amigo mío es un exagerado, no le prestes atención —declaró Kosta mientras Stavros lo miraba sin poder ocultar su molestia—. Ahora, vayamos a casa, para darles la noticia a los demás, yo se la daré a Natalia, no puedes dársela a tus hermanos, hasta que no habl
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Capítulo 41. Mi vida por la tuya
Natalia se quedó en blanco, no reaccionaba y la preocupación de Kosta iba en aumento, su corazón palpitaba con mayor fuerza, daba la impresión que saldría de su pecho.—Natalia, mi amor ¿Me escuchaste? —la interrogó con voz suave, por varios segundos se quedaron en silencio. Él le levantó su rostro y le repitió la noticia— ¿Me escuchaste? ¡He encontrado a nuestros hijos! ¡A los trillizos! —ante sus palabras, ella empezó a negar con la cabeza.—No… no tengo a los trillizos —Natalia cerró sus ojos, porque sus recuerdos se confundían con la realidad—. Lo siento, Simón me los quitó, se los llevó… los perdí, no sé dónde están mis trillizos.Habló con un tenue tono de voz, mientras comenzaba a mirar a los lados, Kosta sabía que de no hacer nada terminaría perdiéndola.—¡Escúchame! ¡Natalia! Mírame a los ojos —la mujer se quedó observándolo por segundos— ¿Sabes quién soy yo? —ella afirmó con la cabeza.—Sí, un chico guapo —pronunció con picardía y Kosta supo que estaba coqueteando.—Sí, soy
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Capítulo 42. Destruyendo cualquier esperanza
Los días fueron pasando, Natalia fue estrechando más la relación con sus hijos, eso mejoró su estado de ánimo, sin embargo, nunca dejaba de pensar en Kosta, aunque durante el día lo pasaba acompañada de sus hijos entre risas, conversaciones y bromas, e incluso algunas noches se quedaban a dormir junto a ella, al caer la tarde, era el momento cuando lo recordaba más y añoraba tenerlo a su lado. Cuando eso pasaba se iba al estanque con los cisnes, los observaba uno junto a otro, como abrazados, sentía su corazón triste, porque por más intentos de no pensar en él y sacarlo, allí estaba.—Te extraño… siento tanto no poder tenerte aquí… nunca podré sacarte de mi corazón, de mis pensamientos, te quedaste incrustado y no tengo idea de cómo despojarte, me acostumbre a tenerte allí.Daba vueltas a la casa y pese a que su estado de ánimo y psicológico mejoró mucho, estaba recibiendo sus tratamientos, terapias, su estado físico no era muy bueno, se cansaba con facilidad, eran constantes las náu
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Capítulo 43. Te daré lo que sea
Kostantin no podía creer en las palabras del médico, se negaba a creerlas, la vida no podía ser tan injusta, seguramente el médico se equivocó, se decía, sintió que el aire le faltaba y debió respirar profundo para normalizar el flujo del aire a sus pulmones, sintiéndose impotente y olvidándose por un momento donde estaba, golpeó la mesa.—¡Esto es una maldita pesadilla! ¡¡No puede ser verdad!! —exclamó con dolor—. Debe haber una equivocación, quizás sería bueno que repitiera los exámenes doctor, seguro se confundieron con algunos de otro paciente —vio la expresión de pesar del médico y supo que con la negación no iba a lograr nada—. ¿Por qué? ¿Por qué debe pasarle esto a Natalia? Dígame ¿Qué debemos hacer? ¿Dónde conseguimos un donante? ¡Encuéntrelo ya! Y vamos a hacerle el trasplante lo más rápido posible —pronunció exasperado, mientras el médico emitía un profundo suspiro. —Señor Petrakis, por favor, cálmese, entiendo su dolor, su impotencia, la veo en tantos pacientes que pasan p
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Capítulo 44. Estoy dispuesto a pagar el precio
Kostantin se quedó viendo a Cándida, y le dio vergüenza haberse equivocado con ella, definitivamente era más ingenuo de lo que pensaba, porque no la creyó tan malo, entretanto ella frente a él sonreía con malicia, sabiendo que si resultaba compartible con Natalia podía pedir lo que quisiera y el hombre no dudaría en darle todo, dinero, matrimonio, poder, cualquier cosa.—Entonces Kostantin, ¿Te vas a negar a salvarle la vida al amor de tu vida? ¿O lo estás pensando? —interrogó con burla.—Realmente en lo único que pienso, es cómo no me di cuenta desde el principio la maldad que transpira por tus poros, eres tan desagradable, solo eres capaz de provocar asco en mí… no sé qué piensas ganar casándote con un hombre que no solo, no te ama, sino que no va a funcionar contigo sexualmente, porque únicamente me excito con Natalia —recriminó, mirándola con desagrado.—Lo sé, pero me dará placer verte divorciado de Natalia para casarte conmigo, además, quiero que no vuelvas a cercarte a ella dur
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Capítulo 45. Sangre de oro
Kostantin salió del consultorio médico con destino a su oficina, antes de dar ese paso que decidió, tenía claro que debía dejar arregladas varias cosas, entre ellas, una llamada a su madre y a su hermana, lo cual pensaba hacer en ese momento. Marcó el celular de esta última y colocó el manos libres, para su alivio no debió esperar mucho, porque su hermana lo atendió al segundo repique.—¡Vasil Spyrou! —exclamó molesta su hermana, porque tenía tiempo de no comunicarse con ellas, no lo hizo en los últimos días, esa era su forma de hacerle saber que no estaba de buen humor y también de molestarlo, porque antes de descubrir lo que verdaderamente sucedió con Natalia, cuando lo llamaba así, se enojaba y le decía que no lo llamara de esa manera porque su antiguo yo estaba muerto para siempre, sin embargo, ese día ante la mención de su antiguo nombre se sonrió.—Si hermanita Vasil Spyrou, ¿Cómo están? ¿Cómo las trata Atenas? —interrogó ansioso por conocer el estado de salud de su madre.—¿Te
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Capítulo 46. Los celos de Sol 
Stavros se quedó viendo a Kosta como si le hubieran salido dos cabezas, porque nunca imaginó que se hubiese dado cuenta de sus sentimientos, cuando él supo de la atracción que sentía por Natalia y que esas emociones iban creciendo sin siquiera darse cuenta, trató de mantener la distancia con ella, porque sería incapaz de hacer algo para causarle daño a su amigo y ahora, descubrir que no simuló lo suficiente y por eso Kosta estaba enterado, le causaba inquietud, no quería que lo creyera capaz de traicionarlo.—Yo lo siento Kostantin… te juro que cuando me di cuenta, luché en contra de ese sentimiento, me opuse y me dije de mil maneras distintas, que no podía ser, que debía extraerlo de mi corazón, porque tú no te merecías eso… de hecho pensé haberlo ocultado de la mejor manera, no tienes idea de cómo me siento avergonzado.—Lo hiciste muy bien —mencionó con una tenue sonrisa—. Estoy seguro de que Natalia, ni ninguna otra persona se dio cuenta… yo lo hice porque te conozco, no es poco e
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Capítulo 47. Adiós amor 
Llegó junto con Andy y Rhoda, su hermana, al salón donde jugaría bolos, quedó en verse allí con ellos, su madre se negó a ir porque se sentía cansada, por eso prefirió quedarse a dormir, esperando al día siguiente poder conocer a sus nietos.Buscaron su número de calzado y caminaron para iniciar a jugar los tres, a Andy le cayó bien su tía, aunque se veía frágil, demostrado por su tez pálida, su carácter era rebelde y compensaba su debilidad física por su fortaleza de carácter.Se quedó viendo a su hermano y corrió abrazarlo.—Te quiero mucho, no creo capaz de poder vivir sin ti —lo sostuvo con fuerza y escondió su rostro en el cuello de Kosta, él la levantó abrazándola y así los encontró Natalia y sus hijos.Natalia, Sol y Esteban habían sido llevados por Oliver, quién justo llegó en el momento cuando ellos iban saliendo, por lo cual los cuatro observaban la escena, Natalia sintiendo un profundo dolor en su corazón, Oliver complacido de que Natalia se diera cuenta del tipo de hombre
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Capítulo 48. Morir por amor
Kosta fue recibido en quirófano, ya había pasado previamente todas las pruebas previstas para la donación, le colocaron anestesia general y los cirujanos iniciaron el retiro de una parte del hígado mediante una incisión en el abdomen.Le comenzaron a retirar alrededor del lóbulo izquierdo del hígado para la donación, la preocupación de los médicos era evidente.—Esto es un suicidio, sabiendo su condición genética como se va a arriesgar, de esta manera —protestó uno de los galenos.—Trata de explicarle a eso a un hombre enamorado, que pasó quince años de su vida amasando una fortuna para vengarse de la burla de que fue objeto por su novia y todo fue mentira, una trampa de un malvado padre, descubierta después que le causó tanto daño. Él solo quiere resarcirse de todo el daño que le hizo —respondió el otro.—Eso es parecido a las telenovelas que ve mi esposa, deberían vender su historia a uno de estos servicios de streaming por suscripción, como Netflix, Disney, Amazon, qué sé yo —dijo
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Capítulo 49. Encuentro
Natalia entró a quirófano sin dejar de pensar en Kostantin, era imposible no preocuparse por él, porque le parecía extraño que no se presentara, ella dio un profundo suspiro.—¿Estás lista Natalia? —preguntó el anestesiólogo antes de empezar a inyectarle anestesia completa.—Si lo estoy, cuando venga mi esposo y esté ya operada, quiero que esté a mi lado, así aún yo esté durmiendo, no lo saque de la habitación.—Está bien, cuando llegue le aviso, no puede moverse de aquí bajo ninguna circunstancia.Segundos después la anestesiaron, le hicieron la incisión en el abdomen e iniciaron el procedimiento.Tendría aproximadamente un poco más de una hora cuando Natalia entró al quirófano, empezó a soñar con un lugar bastante apacible y allí vio a Vasil, estaba vestido con un pantalón y una camisa ancha con una rosa en el bolsillo, todo de un blanco tan radiante que debió entrecerrar un poco los ojos para adaptarse a la luz emanada por su vestidura.—Vasil, al fin viniste, te estuve esperando,
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