Cuatro años después. Era el cumpleaños de mi preciosa hija María Elena Lozano Carvajal. La fiesta era de ositos, Yaro terminaba de instalar las arandelas que le pedí, y luego se encargaría del asado en un lugar seguro porque mis sobrinos eran terribles. Y no puedo decir mucho, José Manuel, apenas con sus dos años, iba a ser terrible. Sin embargo, los gemelos de Onely eran a otro nivel, y ni que decir de Octavio. La fiesta sería en el amplio jardín de nuestra remodelada casa, por un año hicimos varios cambios y ahora parecía una casa nueva, quedó mucho más amplia, y con dos hijos queríamos más espacio para poder jugar con ellos. Nuestro trabajo se fusionó de manera perfecta. Nuestros esposos se habían posicionado en el número uno no solo de Colombia que ya lo eran, sino de manera internacional. Nosotras trabajamos en línea desde nuestras casas. Y así estamos al pendiente de la crianza de nuestros hijos, del hogar y sin descuidar nuestra misión de tener a Colombia bajo la mira de Oper
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