La mañana siguiente llegó con un cielo gris y nublado, reflejando el estado de ánimo en la mansión Andaluz. Brenda se despertó sintiéndose pesada, como si el aire en la habitación estuviera cargado de angustia. La revelación de su origen aún resonaba en su mente, y la incertidumbre sobre su futuro la mantenía en un estado de alerta constante.Después de vestirse, decidió que necesitaba hablar con Damián. Algo dentro de ella anhelaba su compañía, su apoyo. Al salir de su habitación, notó que las miradas de los sirvientes eran diferentes; había un aire de incomodidad que la hacía sentir aún más fuera de lugar.Al llegar al estudio, escuchó las voces de Damián y sus padres, llenas de tensión. Se acercó sigilosamente a la puerta, tratando de captar lo que decían.—No puedes simplemente ignorar la verdad —decía su padre, su voz firme—. Esto cambiará todo lo que hemos construido.—Pero es lo que somos, papá —respondió Damián, su tono lleno de frustración—. No es justo que Brenda sea la únic
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