Al no más llegar al apartamento, Margaret cambió a Ben, le dio su mamila y luego marcó nerviosamente el número de Tatiana, el corazón le latía con fuerza en el pecho. No podía creer que estaba a punto de salir a cenar con Richard, el hombre del que había estado tan insegura hace unos días. Necesitaba ayuda, ¿y quién mejor que Tatiana para dársela?—Hola, Tati, soy yo, Margaret. ¿Puedes venir y ayudarme a prepararme para esta noche? —preguntó, tratando de mantener la voz firme.—Por supuesto, estaré allí en quince minutos. No puedo esperar a verte arreglada para Richard —respondió Tatiana con voz burlona.Margaret se sonrojó, sabiendo que Tatiana podía oír la vergüenza en su voz. —No es así, Tati. Solo saldremos a cenar y a hablar —protestó ella.—Ajá, seguro. Bueno, estaré allí pronto, así que prepárate —dijo Tatiana, y colgó el teléfono.Margaret respiró hondo y se dirigió a su habitación para vestirse. No quería que pareciera que se estaba esforzando demasiado, pero también quería
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