Estas mujeres, aunque mayores que yo, se han portado como unas verdaderas amigas. Mi corazón va a mil, llamaron abordar, cuando el avión despegó supe que ya no hay vuelta atrás, ahora a enfrentar al cobarde de «mi no sé qué tenemos», lo cierto era que aclararemos nuestra situación.Shirly me había enviado la dirección de la oficina y llegué en un taxi, me había soltado el cabello como a él le gusta, todas las manos me sudan, los nervios los tengo a flor de piel. Era tremendo edificio de ocho pisos el que dice consorcio R&V, pregunté por la abogada Shirly y me dieron paso, debía subir al octavo piso. Apenas salí del ascensor, Shirly y Gladis me esperaban, me arrastraron a un despacho.—Debes cambiarte. —No pude evitar reírme, he tenido amigas, pero nunca de esta manera—. ¿Trajiste algún vestido? —Sí.—Perfecto. Ingresa al baño y cámbiate, toma mis maquillajes, hoy debes verte espléndida, es el más loco de todos, quien sabe que te tiene preparado, le vas a salir general, la suite que
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