—Nuestro hijo, Diana. —sonrió un poco, aunque por sus puños apretados supe que estaba alterado por mi historia—. Y eres un minio. —Le di un golpe en el hombro. —Amo las películas infantiles, y hay mujeres más bajitas —nuestras miradas se volvieron a encontrar—. No le digas a nadie esto, odio inspirar lástima.—No inspirarías nada de eso.En ese momento llegó un hombre que no me habían presentado y me convidó a bailar. No tuve que negarme.—Díaz no te metas en problemas, la madre de mi hijo solo tiene un mes de haber parido, no puede bailar.El rostro del hombre cambió de mil colores, miró en dirección a Simón quien se reía al lado de Arnold, Gustavo, Daniel, Aníbal y Santiago.—Lo siento Cebolla, no era mi intención molestar a tu mujer. Perdona, es solo que Mojón y Rata…—Ya vi Díaz, no te preocupes.Este hombre hacia alterar mi pulso, me volvía una montaña rusa, por Dios en ocasiones siento que me cela, aunque no se acerca y quiero que se acerque, pero no tengo nada que ofrecerle,
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