ATENEA, GRECIACRISTÓBALLlevaba horas sentado enfrente de mi escritorio, tratando de procesar lo que mi madre me había dicho anteriormente.«Quiero que seas feliz, que tengas una esposa y una linda familia, esos son mis deseos».Quería conseguir hacer eso para ella, más que hacerme feliz a mí, quería hacerla feliz a ella, pues estaba enferma y los doctores no nos habían dado tantas esperanzas. Mi madre tenía un tumor cancerígeno, cada vez esa enfermedad la deterioraba más y más.El día que fui a visitarla me dijo esas palabras, que deseaba verme casado y con hijos, pero era imposible darle esa dicha, pues ya tenía un tiempo de haber terminado con mi última pareja.Eso me hizo recordar aquel momento, cuando eché a esa mujer de mi vida.—¿Así que trataste de verme la cara de tonto todo este tiempo? ¿Creíste que podías seguir engañándome? —cuestione, tratando de controlar la furia, pero ya era imposible no hacerlo.—No sé de qué hablas, Cristóbal. —Se hizo la inocente, pero no caí en su
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