Siento lava correr por mis venas mientras Massimo me besa. Su boca y la mía fundidas en una pelea de voluntades. Massimo me toma en brazos y me lleva por el pasillo, no protesto. Hoy solo quiero sentirlo de nuevo. Ocho años sin sus besos y caricias —Aurora—Massimo me saca de mis ensoñaciones. Me percato de que estamos en medio de una habitación—Sabes que si continuamos no poder parar—dice respirando rápidamente. No lo pienso dos veces y me lanzo de nuevo a sus brazos besándolo. Sus manos vuelan a mi vestido buscando el cierre, segundos después lo saca dejándome solo en bragas, me lleva hacia atrás hasta que siento la cama y me recuesta descendiendo sobre mí. Mientras lo hace, aprovechó para quitarle la camisa y pasar mis manos por el cuerpo que yo misma me negué por tanto tiempo. Sabía que jugaba con fuego, pero ya nada importaba, por más que me rehusará a admitir que ya no le quería, era absurdo engañarme más. Amaba a Massimo y correría con las consecuencias más adelante de mi debi
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