Llegué al acuario de Génova y despedí al chofer. Quería recorrer este lugar y perderme por un par de horas. Entre al acuario y Sonreí feliz.Mi padre una vez me contó que mi madre amaba este lugar y en sus planes estaban venir conmigo algún día. Ella amaba el océano y sus especies y sabía que al venir a Génova tendría que venir a ver esto que tanto adoraba ella.Durante un rato caminé por el mismo y vi las diferentes especies que en el océano residen; pingüinos, tiburones, animales antárticos, medusas, peces tropicales, focas y delfines. Veintisiete metros cuadrados de vida. Cuando llegue a los delfines me quede viéndoles durante mucho tiempo.Después de estar allí de pie durante un rato sentí que alguien se detenía a mi lado en silencio y al mirar de reojo vi a Massimo de pie a mi lado observando a los mamíferos—¿Qué haces aquí? —pregunté sin apartar la mirada de los delfines—¿Cómo me encontraste en este sitio tan grande? —seguí preguntando—Me desperté y no estabas—dijo sin más—El
—¿Pistacho? —negué con asco y el muy idiota de Massimo río. Estábamos en una heladería muy concurrida en Génova. Era mi último día con él en este viaje y me había encantado lo abierta y espontánea que se había vuelto nuestra no relación. —Limón y fresa—pidió al final al dependiente de la heladería. Una vez con nuestros helados nos dirigimos a los asientos que estaban en la acera del local y nos sentamos a disfrutar de nuestro pedido. El día era extrañamente cálido, por eso me había puesto un vestido de día color azul oscuro de manga corta con corte A en la falda y un escoté cuadrado, sandalias de plataformas rosa y mi cabello lo recogí en una cola alta, por su parte Massimo llevaba una camiseta roja que le quedaba como un guante, vaqueros desteñidos y botas militares —Estar aquí me hace recordar nuestra primera cita—dije jugando con mi helado —Recuerdo que tu padre me interrogo por media hora mientras tú estabas terminando de alistarte—se río entre dientes y yo hice lo mismo —Es
Por unos minutos comimos en silencio y devore como pocas veces hacía. ¡Dios! tenía pendiente una buena sesión con Caleb en el gin—Está bien—dijo Conte rompiendo el silencio—¡Esto está de puta madre! —alabo a Lissa ganándose una risa de ambas—Lissa es muy buena cocinera—concorde con el—Gracias Lissa—la miré—Gracias por hacer esto por mí—dije refiriéndome por mejorar mi día. Estar en el hospital y someterme a las pruebas de rutina para saber que mis valores y lo demás estaban en orden siempre es estresante y me aterroriza como la mierda.—Y bien ¿Cómo fue todo en mi ausencia? —pregunte curiosa—La tienda está marchando como relojito suizo—comenzó Lissa—la Alocada Cristal y Marcelo han trabajado muy duro en estos días—asentí—Bueno. Todos—sonrió nerviosa. Conte carraspeo un poco y Lissa le dio una mirada matadora antes de mirarme y sonreír de forma radiante— También sucedió esto—dijo alzando su mano mostrándome un hermoso anillo de diamante rosa corte princesa rodeado de diminutos diama
Miro la puerta de emergencia y aún no sale nadie. Lissa junto a Cristal, el esposo de esta y Marcelo están aquí conmigo dándome apoyo y no puedo estar más que agradecida. Aunque mi estúpido y dolorido corazón solo quiere a una sola persona a su lado. —Te traje un poco de té—dice Lissa sentándose a mi lado. Niego y suspira resignada —¿Qué hace este Hijo de puta aquí? —dice furioso Marcelo y no puedo evitar que mi corazón se acelere al ver a Massimo junto a Conte caminando lentamente hasta donde estamos esperando noticias de mi padre —Le dije a Conte que no era apropiado que se acercaran—miro a Lissa y veo que está molesta —Si Marcelo no te da una paliza, te la voy a dar yo—gansa Dominic acercándose peligrosamente a Massimo que está parado a un par de metros de mí. Lo sé porque puedo sentir su cercanía, aunque no lo miro, no puedo. Si lo hago me desmoronare. —Ya basta chicos—digo y mi voz suena plana sin emoción. Algo sorprendente ya que estoy herida por este hombre que solo jugo
—¿Crees que este bien? —escuchó la voz preocupada de Lissa. Lentamente abro los ojos y estoy en una habitación del hospital. Lissa de inmediato llega hasta mí y sus ojos rojos me miran antes de empañarse con más lágrimas —¿Qué sucedió? —digo mirando con el ceño fruncido alrededor y veo a Cristal de pie al final de la cama de hospital con la misma expresión —Te desmayaste después de sufrir una crisis Todo me golpea al mismo tiempo. Las mentiras de Massimo, él enterándose de mi enfermedad, la pérdida de mi padre. Este último me golpea y a mi mente viene el sueño que tuve con mis padres y lágrimas silenciosas salen. Pero sé que esta bien, ahora se encontró con el amor de su vida y está en paz. —Tienes que saber que Massimo está afuera y dice que nose va ir hasta que hable contigo —la voz de Cristal es ronca —En este momento no quiero lidiar con Massimo—digo limpiando las lágrimas y respirando para calmarme— lo único que me importa es darle sepultura a mi padre —Deberías escuchar
Un nuevo comienzo. Eso es lo que necesito, me miro en el espejo y aliso el sencillo vestido negro que llevo. Hoy es el entierro de mi padre y una parte de mí se ira con él. Mi abuela junto a mi tío y su esposa están aquí desde Londres para apoyarme en este momento de mi vida. Hace dos días perdí a los dos hombres más importantes en mi vida. Toco mi cabello para aplacarlo un poco y se me hace extraño no sentirlo balancearse por mi espalda. Lissa casi se infarta al ver masacrada mi melena larga, pero es parte de mi nuevo comienzo. Tocan la puerta y segundos después mi abuela entra a mi habitación con una mirada preocupada —Ya estas lista mi niña—asiento hacia ella y esta llega hasta mí, me rodea con sus brazos y me reconforta. Tessa Adams es la mujer más fuerte que he conocido a sus casi setenta años aún se conserva muy bien. Su cabello esta blanquecido por el tiempo y sus ojos azules reflejan los míos —Ya es la hora ¿cierto? —preguntó tranquila. Ya no tengo más lágrimas que dar
MASSIMOLa veo alejarse con su tío y mis entrañas se revuelven. ¡Maldita sea! Necesito explicarme y pedirle perdón por todo lo que le hice pasar, quisiera estar a su lado en este momento y tratar de aliviar un poco su dolor. En cambio, partícipe en agregar más dolor a su vida. Camino lentamente hasta donde descansa el cuerpo de Pietro Lombardi y me quedo de pie frente a su última morada.—Gracias por estar con ella cuando yo no estuve—digo en voz baja y sintiendo un nudo en mi pecho—Lamento haberte arrastrado en mi estúpida venganza—cierro los ojos y respiro profundamente—Pero te prometo que haré lo posible porque Aurora me perdone y me dé una oportunidad de compensarla por todo lo que la eh hecho sufrir en estos últimos meses. Aún amo a tu hija y te juro que no tuve la intención de llevar a cabo mi plan inicial—Me agacho y tomo un puñado de tierra y la echó sobre la tumba —Descansa en paz porque aquí estoy yo para cuidar de Aurora—alguien a mi espalda se aclara la garganta y me levan
Una semana después Abrí la puerta y Marcelo entro a mi departamento seguido de Lissa y Cristal. Mi vuelo desde Londres había aterrizado temprano en la mañana y ahora todos estaban aquí para un almuerzo. En Londres me deje querer por mi familia y respire un aire nuevo que me dio una nueva perspectiva de a dónde voy y que camino debo seguir. —Te ves muy bien—me alabo Cristal mientras dejaba las bolsas de comida en la encimera de la cocina—Pero me molesto que no te despidieras de nosotros —No quería que nadie se enterará de mi partida—dije y no necesite decir más porque asintieron—Además, estoy de regreso —Te extrañe mucho—me abraza Marcelo y besa mi mejilla. Lissa por su parte me guiña. A ella fue la única que le dije a donde iba y cuando volvería —Trajimos una pasta con salsa Alfredo—informa Lissa—Cristal y yo la hicimos, además de un poco de pescado al horno con espárragos y vegetales—La veo vaciar las bolsas y comenzar a buscar las bandejas para servir —Marcelo tenía que encarg