3 meses después...– ¡Doctora Katya, doctora Katya! –Una pequeña vocecita gritó–. Doctora Katya, ábrame por favor.Katya no pudo evitar reír. Se levantó de su escritorio pidiéndole disculpa a su joven paciente. Katya se dirigió hacia la puerta de su consultorio y la abrió. Del otro lado, una pequeña niña de quizás unos seis años le esperaba con las manos abiertas en ofrenda. En ellas había una pequeña galleta con forma de árbol de navidad. La nena miraba a Katya con sus enormes ojos azules, las trencitas le rebotan mientras ella brincaba de la emoción.– Hola, Kira. –La saludó Katya, mientras sostenía la puerta abierta para que la niña entrara.– Doctora, aquí le manda la hermana Tasya –dijo Kira, dejando la galleta en las manos de Katya. Ella lo aceptó con una sonrisa, mientras veía como Kira miraba todo el consultorio a su alrededor, incluyendo al niño acostado en la camilla–. Hola, Jasha.El pequeño varón giró sus ojos mientras fijaba su mirada en el techo. – ¿Qué haces aquí, Kira?
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