Franco:Su cuerpo reposa apegado al mío; tan cálido, suave y oloroso, como si estuviese diseñada con pluma de ángel. Deslizo mis dedos a lo largo de su espalda, dibujando siluetas a la altura de su cintura. Su respiración roza la piel de mi pecho y mechones de su cabello se encuentran dispersos sobre ambos, como si de una sirena se tratase, tan hermosa y divina. Suspiro profundamente y pienso que quizá lo que acabamos de hacer está mal. Fue maravilloso, debo admitirlo, pero no lo correcto. «¡Demonios! Trabaja para mí». Me recuerdo, a sabiendas de lo que eso incluye. Según mi padre, no se debe mesclar el sexo con el trabajo, y a decir verdad, nunca he hecho caso y me he acostado con cuánta empleada he querido. Suena mal, es mal visto, pero no soy de seguir principios que no sean los míos propios. Entonces ¿por qué ahora me preocupa? Siendo sincero, creo saber la gravedad del asunto. No quiero que Mariana sea "la que se acuesta con el jefe", "la fulana que se lo folla", porque no, no l
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