Ya había llegado a casa hace unos minutos, me detuve a comprar pañales, toallas de bebé y una barra de chocolate, me topé con algunos de mis antiguos compañeros de preparatoria, solo recordar las burlas que estos me hacían, el enojo volvía pero ¿Qué iba a decirles? Solo eran unas cabezas huecas que querían molestarme. Había llegado a la tienda y todo bien, pero en la caja registradora me encontré, con Molly y Vanessa unas chicas del salón.—Oh Vanessa mira lo que tenemos aquí, nada más y nada menos, que santa Ángela. —Comentó la burlesca chica, poniendo sus manos juntas en manera de plegaria, mientras subía la capucha de su sudadera emulando el manto de una virgen. —Molly más respeto recuerda ella es nuestra virgencita, respeta. —Respondió Vanessa, en el mismo tono irrisorio de su compañera. —¿Acaso ustedes dos no tienen nada mejor que hacer? Par de idiotas. —Ya estaba molesta por la actitud de aquellas dos chicas, que solamente me molestaban sin razón señalandome como si ser madr
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