Capitulo 2.

Eran alrededor de las cinco cuarenta de la tarde, en media hora terminaría mi turno en el café, me sentía cansada y algo adolorida, mis pechos estaban a rebosar de leche materna.

Loretta notó algo extraño en la nueva mesera así que se acercó a ver qué sucedía.

—Angie ¿Estás bien?

—Si Claro señorita Russo estoy bien.

—¿Enserio? Mira que tu rostro me dice lo contrario. —Comentó la mujer con suspicacia. 

Mi primer día en el café, y ya andaba causando problemas, me sentía  apenada la verdad.  —Estoy  bien. —Sin más que agregar me retiro a limpiar las mesas vacías.

—Angie ve a tomar la orden de las mesas cinco, ocho y tres por favor. —Pidió Mía amable.

  —De inmediato.

Mía de la nada la toma del brazo. 

—¡Angie querida me podrías hacer un pequeño favor siii! —pedía Mía en un tono meloso, con ojos de cachorro.

Rose iba pasando con  una bandeja —yo que tú me lo pensaría antes de aceptar Ángela. —Dijo la pelinegra mirando a Mía.

—¿P...or qué Rose? —pregunto  algo dudosa.  Mía miraba a Rose con cara de enojada y a la vez ofendida, de una manera demasiado dramática típico de la rubia.

—Angie linda Rose es una amargada, mira el favorcito es así de chiquito, ¿Ves a ese hermoso chico casi albino de lindos ojos esmeralda...? —preguntó Mía sonrojada.

  —Si lo veo ¿Qué quieres que haga? —De su delantal Mía sacó un papelito naranja doblado.

—Cuando le entregues el pedido, quiero que le des ese papelito no es nada de otro mundo Ángela querida.

Fui a tomar las órdenes, sin dilaciones y me disponía junto con Ami a limpiar algunas mesas, aunque la verdad era que contaba los segundos, para que el turno acabara para volver a casa con mi pequeña Mily, no había estado nunca  tantas horas lejos de mi bebé sabía que con mi madre y con  mamá Rebeca ella estaría bien pero, aún así extrañaba a mi niña.

—Ángela  es tu nombre ¿No?

—pregunto Ami quien estaba a mi lado.

—Si Ángela Mendoza es mi nombre —le respondí con una sonrisa amigable y ofreciendo mi mano.

—Soy Ami Parker espero seamos amigas.  —También devolviendo la sonrisa.

—¿Y dime Ángela en qué piensas? Llevas rato así como si fueras un robot.

Reia apenada mi madre Isabel tenía mucha razón al decir que, yo era como un libro abierto.

—Nada Ami jajaja es solo que pienso en cosas, que debo hacer al llegar a casa —dije algo nerviosa.

Era momento de entregar las órdenes, me acerco a la mesa cinco para entregar su pedido, era la mesa donde estaba el chico de ojos verdes, también había otros dos muchachos igual de guapos y muy elegantes.

—S...us pedidos están listos, una hamburguesa con una malteada de chocolate, una rebanada de pie de arándanos y té de frutos rojos y por último un sándwich de plátano y mantequilla de mani y jugo de fresas.

Dudaba  si entregarle a aquel joven, el recadito que Mía me pidió que le entregará a aquel muchacho de cabellera rubia; opto por ser rápida y entregar dicho papelito.

—joven tome —le extendí la mano para entregar el pequeño papelito doblado.

—¿Qué es esto? —pregunto el chico con curiosidad, mirando el diminuto papel anaranjado, a Ángela se le fue la voz no sabía que decir. Pero uno de los muchachos intervino.

—Oh Luck  que  pregunta  es esa. —Dijo el chico de cabellera rubia un poco más oscura.

—Que no ves que este hermoso bombón te está dando su número de celular —Ángela se puso más roja que las mismas cerezas las palabras no salían de su boca estaba tan incómoda.

—Si hasta colorada está la pobrecita. —Helios reía el muchacho, mientras que Luck solo observaba también algo apenado.

—Helios se más sutil mira como está la muchacha. —Dijo el otro jóven.

—No, no, no, ese papel me pidieron entregárselo solamente, pero no fui yo  lo juro. —Loretta se  percató que algo pasaba y fue a ver qué ocurría.

—¿Ocurre algo señores?

—pregunto Loretta de manera amable.

—No nada que ver hablo el joven de cabellera castaña—, la joven le acaba de entregar un recado, a mi compañero solo preguntaba de quién venía el mensaje.

En ese momento quería ser tragada por la tierra, para más nunca salir, sentía que sería despedida.

—¿Es tuyo Ángela? —pregunto Loretta con el papelito en sus manos, mirando esperando una respuesta.

—No bueno si p...pero tengo una explicación enserio. —Solo quería dejar de trabarme y explicar lo que realmente ocurría.

  —Ángela ya tu turno acabó puedes irte.

Fue lo único  que dijo la señorita Russo, lo había arruinado, me sentía avergonzada con victoria ella me consiguió un trabajo y lo pierdo el mismo día.

•••

Fui a los vestidores a cambiarme de ropa, para irme a casa abrí mi loocker para sacar las cosas, en ese momento también las demás entraban, para al igual que yo también cambiarse he irse.

—Ángela ¿Le entregaste el papelito a el muchacho? —preguntó Mía espectante y con ojitos soñadores, esperando una respuesta positiva.

—Si  Mía  le entregué  la nota —dije con voz monótona.

Dándole un fuerte abrazo de la nada,  que ni terminar de abotonar mi blusa me dejó, Mía se separó  del abrazo tomándole de los hombros.

—¡Cielos tienes muy buenos atributos! ¿Son naturales? —preguntaba Mía mientras tocaba uno de sus pechos con la punta de sus dedos, Ángela por milésima vez en el día se volvió a sonrojar.

—¡Mía no  seas tan  imprudente¡ —la reprendieron Ami y Zoe, al ver la evidente incomodidad de Ángela. 

—Si lo siento Ángela —rió está algo nerviosa, la verdad se estaba pasando y Ángela parecía ser una joven muy tímida.

—No te preocupes Mía bueno chicas me gustó mucho conocerlas a todas; ya debo irme hasta luego. Al salir de los vestidores Loretta las detuvo.

—Mía se lo que hiciste hoy —dijo Loretta seria—, te quedarás a limpiar las demás pueden irse, mañana las veo tú también Ángela te espero a la misma hora.

•••

La alegría que tenía era enorme, no había sido despedida, corrí al estacionamiento por mi bicicleta, lista ya con casco, rodilleras y guantes iba saliendo, pero sin querer le di un golpecito a un espejo retrovisor, a un auto rojo muy lujoso y por ende muy costoso.

—Disculpe fue un accidente señor. —El joven salió del auto con cara de pocos amigos.

—Oye tú cabeza de chorlito ¿Acaso no te fijas por dónde vas?  sabes este auto lo acaban de entregar hoy del concesionario.

—Bueno señor ya le dije que fue sin mala intención y le pedí disculpas.

  —Como  si las cosas se arreglaran con  solo pedir disculpas niña cabeza de chorlito.

—¡Oiga ya le pedí disculpas, no sea grosero, además a su auto no le pasó nada no sea tan exagerado!

—Luego de comer y hablar con los chicos y Loretta, encendió el celular, recibió una llamada Artemis, este quedó en pasar por él para ir al hospital, afortunadamente no estaba muy lejos del café de Loretta.

Salió y lo vío discutir con una chica, en una bicicleta, se le pareció conocida, al acercarse mas,  reconoció que era la mesera de coletas rubia.

—Señor.

Artemis salió del auto con cara de pocos amigos.

—Oye tú cabeza de chorlito ¿Acaso no te fijas por dónde vas? sabes este auto lo acaban de entregar hoy del concesionario.

>>Típico de mi hermano y su amor, por los autos<<.

—Bueno señor ya le dije que fue sin mala intención y le pedí disculpas.

—Como si las cosas se arreglaran con solo pedir disculpas niña cabeza de chorlito.

—¡Oiga ya le pedí disculpas, no sea grosero, además a su auto no le pasó nada no sea tan exagerado!

>>Auch eso debió doler, pero esa rubia tenia razón, mi hermano era un exagerado con sus autos<<. Decidió intervenir antes de que la discusión, pasará de castaño a oscuro.

—Oye Artemis ya llegué me esperaste mucho hermano.

—No tanto pero está chica casi estropea mi auto.

—¿Que chica? —preguntó haciéndose el desentendido.

—Esa rubia. —Dijo este señalando a la mesera.

—Oiga señor pedí disculpas, además su auto está bien. —Dije molesta perdiendo la paciencia.

—Hola bombón tú de nuevo. —Saludaba a la chica, según Loretta Angela era su nombre.

—Hola y adiós. —Dije antes de subir a mi bicicleta, para irme de nuevo. Se quedó mirando a esa rubia, hermosos ojos cafés.

—Helios sube de una m*****a vez al auto tengo guardia en el hospital llevo prisa.

—Ya voy Hermano no te enojes comete un sniker a ver si se te pasa esa amargura Artemis...

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