Tembló al ver de nuevo ese rostro, aquella mujer había protagonizado sus pesadillas por mucho tiempo. —Pensé que ya estabas grandecita para seguir haciéndote pipí. La voz de esa mujer la hizo llorar, creyó que esa sensación de peligro desaparecería, pero no fue así ahí estaba de nuevo y está vez no era como las brujas de los cuentos de hadas, esta vez era real. —¿Asombrada? —cuestionó la rubia acercarcabdose a la jovencita—, ¿Por qué no dices nada? El gato te comió la lengua, o se te fue la voz. Al no recibir respuesta de la chica Tabita apretó a la jovencita del mentón con fuerza clavando ligeramente las uñas en la delicada piel de la adolescente. De sus temblorosos labios no salieron palabras, solo quejidos de dolor ocasionadas por el fuerte agarre, parecía un halcón cazando una presa. —Habla maldita mocosa —dijo arrastrando las palabras, endureciendo su mandíbula—, ¡Habla niña maldita sea! —gritó Tabita hecha una furia. —¿Por qué me hace esto? —preguntó Emily en un susurro
Apenas su madre le llamó fue al hospital, se sintió tonto como no se dió cuenta antes que estaba pasando. Vió a su madre y hermano en la sala de espera.—¿Cómo está? —preguntó apenas estuvo frente a ellos. —En este momento están haciéndole un lavado estomacal. —Dijo Helios recostado a la pared. —Fue envenenada con veneno para ratas, el médico dijo que de no haber vomitado las cosas serían más complicadas. Las palabras de su madre y su hermano le dejaron petrificado, no creía en lo que decían, algo así era inconsevible. —Artemis —llamó Helios sacando a su hermano mayor de su telaraña de pensamientos—, ¿Qué es lo que pasa? —cuestionó el rubio serio. —¿Pasan? —cuestionó el pelinegro arqueando una ceja. —Si pasan —repitió Helios—, mi madre ya me contó que algo pasa, que acaso no piensas decirme. —habló el menor de los hermanos cruzando sus brazos en jarra. Suspiró derrotado pero no tenía más opción que hablar con su hermano y contarle lo que estaba pasando. Se llevó al rubio hala
Cerró la puerta tras de si esperaba que Isabel lograra calmar a su hija. Agradeció que apareció el pelinegro y se ahorró buscarlo. —A ti te estaba buscando Artemis, mi hija despertó, está alterada. —No le ha dicho nada ¿Verdad? El rubio negó —no pero está preocupada. —Comprendo —sabia que ya no podía seguir ocultando la verdad—, yo hablaré con ella no se preocupe. El momento llegó entró a la habitación, Ángela estaba peleando con su madre porque no quería dormirse. En cuanto lo vió dejó de reñir con su madre, le miró determinada era el momento debía hablar.—Artemis. Levantó su mirada celeste, en cuanto la rubia le llamó por su nombre. —¿Cómo estás mi ángel...? —Estare mejor en casa, ya estoy bien. —Respondi desvíando vla mirada. —Eso no depende de mi Ángela, sabés lo que te hicieron...—Si lo sé y te repito que ya estoy bien, además no puedo estar tranquila sabiendo que esa loca está nuevamente haciendo de las suyas. Era cierto como estar tranquila en un hospital, mientra
Fue por algo de comida, pero vale ver que literalmente su rostro estaba en todas partes volvió a su escondite. —Maldición —espeto frustrada estrujando su rubio cabello descuidado—, piensa Tabita, todas las carreteras deben estar llenas de policías, tu rostro y el de esa mocosa está en todo el país. El celular en su bolsillo siguió timbrando. Al ver el nombre en la pantalla decidió contestar. —Hola Zackary ¿Qué quieres hermanito? —preguntó la antigua modelo con ironía. —¿Dónde está la niña? —¿Qué niña? —cuestionó con fingida inocencia. —Sabes que ya no tienes salida, solo entrega a la niña y ya deja de hacer tantas estupideces Tabita. —Zack ¿Para esto llamaste? —Tabita es una niña...—Me da lo mismo que sea una niña, o una anciana —dijo la rubia con una hilarante risa—, entiende no me importa, ahora sí no tienes más que decir bye. Colgó la llamada burlesca dejo las compras
La brisa marina mecía a su antojo mi cabello, el lugar era perfecto al igual que la compañía. —No estoy listo mi angel. Reí ante los celos de sobreprotección de mi Artemis, el día de mañana tendríamos que partir a Italia nuestra Emily se casaría y de solo recordar eso sentía mi corazón estrujarse en un compendio de emociones que aún no sabía describir estaba feliz y emocionada por mi princesa, imaginarla ir al altar del brazo de su padre era un cuadro que nunca olvidaría aunque Emily ya era una mujer para mí siempre sería mi niña pequeña. —Ángela —llamó Artemis sacando a la rubia de sus cavilaciones—, ha pasado tanto tiempo y tú no cambias mi ángel siempre distraída —Dijo con ternura entrelazando sus dedos con los de su esposa—. ¿En qué pensabas Angie?—Artemis nuestra Mily ya no es una niña y deja de negarte a lo que pasará y vete preparando porque algún día nuestra pequeña Lara...Tomó a su esposa de la cintura para llevarla al mar, ambos se sumergieron, ya para Artemis era difíci
Treinta de junio el día había llegado, literalmente mi hija fue mi regalo de cumpleaños. —Esta preciosa ¿Cómo se llamará? —preguntó Rebeca tomando una foto a su nueva nieta. —Emily, Emily Mendoza Crowter. —Pero que lindo nombre Angie. —¿Dónde está mi mamá? —desde antes de tener mi cesárea ya mi madre se había ido. —Ángela tu madre consiguió trabajo, a parte de la academia, ahora en el grupo Lombardi. —Si lo recuerdo —mi Madre me lo mencionó pero lo había olvidado—, bueno es de esperarse mi madre es muy inteligente, además habla varios idiomas. Iba a preguntar por mi abuelo Alonso, pero sabía que era tonto preguntar él no iba a venir a verme. —Angie feliz cumpleaños mi amor, tu abuelo también te manda felicidades y buenos deseos, para ti y para la chiquita ya son diecinueve. •••Un mes paso y si no fuera por mi madre y mi abuela, ya me habría vuelto loca. —Mily nena cada vez que vengo a verte estás más guapa. —Cada vez se parece menos a mi. —Mily no sacó ningún rasgo mío, lo
Eran alrededor de las cinco cuarenta de la tarde, en media hora terminaría mi turno en el café, me sentía cansada y algo adolorida, mis pechos estaban a rebosar de leche materna. Loretta notó algo extraño en la nueva mesera así que se acercó a ver qué sucedía. —Angie ¿Estás bien?—Si Claro señorita Russo estoy bien.—¿Enserio? Mira que tu rostro me dice lo contrario. —Comentó la mujer con suspicacia. Mi primer día en el café, y ya andaba causando problemas, me sentía apenada la verdad. —Estoy bien. —Sin más que agregar me retiro a limpiar las mesas vacías.—Angie ve a tomar la orden de las mesas cinco, ocho y tres por favor. —Pidió Mía amable. —De inmediato. Mía de la nada la toma del brazo. —¡Angie querida me podrías hacer un pequeño favor siii! —pedía Mía en un tono meloso, con ojos de cachorro.Rose iba pasando con una bandeja —yo que tú me lo pensaría antes de aceptar Ángela. —Dijo la pelinegra mirando a Mía. —¿P...or qué Rose? —pregunto algo dudosa. Mía miraba a R
Ya había llegado a casa hace unos minutos, me detuve a comprar pañales, toallas de bebé y una barra de chocolate, me topé con algunos de mis antiguos compañeros de preparatoria, solo recordar las burlas que estos me hacían, el enojo volvía pero ¿Qué iba a decirles? Solo eran unas cabezas huecas que querían molestarme. Había llegado a la tienda y todo bien, pero en la caja registradora me encontré, con Molly y Vanessa unas chicas del salón.—Oh Vanessa mira lo que tenemos aquí, nada más y nada menos, que santa Ángela. —Comentó la burlesca chica, poniendo sus manos juntas en manera de plegaria, mientras subía la capucha de su sudadera emulando el manto de una virgen. —Molly más respeto recuerda ella es nuestra virgencita, respeta. —Respondió Vanessa, en el mismo tono irrisorio de su compañera. —¿Acaso ustedes dos no tienen nada mejor que hacer? Par de idiotas. —Ya estaba molesta por la actitud de aquellas dos chicas, que solamente me molestaban sin razón señalandome como si ser madr