Cierta frustración nació en el interior de Taylor y escrutó al CEO con desdén, sin embargo, se limitó a mantenerse callado. ¿Qué era lo que esperaba? ¿Porqué se sentía tan decepcionado? No había modo de que Roger le dijera que lo hizo porque le gustaba. —Si no tienes nada más que decir, retírate. Estoy muy ocupado —ordenó el CEO. —Sí… señor —replicó el chico a duras penas, para luego marcharse. Tras quedarse solo, Roger soltó un largo suspiro, desplomándose en el respaldo de su silla. No estaba para nada satisfecho con lo que le había respondido a Taylor, pero fue lo único que se le ocurrió. No volvieron a cruzarse durante el resto de la tarde, hasta que el sol se ocultó en el horizonte. El horario laboral había terminado, por lo tanto, Roger abandonó la oficina y se dirigió a su departamento. Como si ya no tuviera suficientes problemas, encontró a su exprometida esperándolo frente a la puerta. Al verla, exhaló con pesadez y se acercó a ella. —¿Qué estás haciendo, Mónica? —cuest
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