86. Todo es culpa mía, todo pasó por mi culpa.
Ravel no pudo responder, se echó a llorar como un niño, ante la felicidad que podía palparse en sus descendientes, ante su propia felicidad, por fin lo conseguía, por fin se rompía la maldición y él pronto podría obtener lo que siempre había deseado.Pero Gregory se asustó, ver a un hombre como Ravel arrodillado, llevándose las manos a la cara mientras lloraba desconsolado, era una imagen realmente sorprendente.— Ravel cariño — dijo el cazador yendo rápidamente a abrazar al brujo para intentar calmarlo, pero este solo se abrazó a él y se soltó a llorar todavía con más fuerza.— Todo es culpa mía, todo pasó por mi culpa — repetía sin parar abrazado al cuerpo del cazador, de su descendiente y también amante.Audrey tampoco sabía cómo proceder, solo aferró un poco más fuerte a su hija contra ella, llegó a creer que él era el hombre que la tenía secuestrada, pero lo cierto es que era una idea absurda, se había pasado todo su encierro drogada, pero verlo así la hizo estremecerse de miedo.
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