Todos los capítulos de Mi luna, la hija de mis enemigos.: Capítulo 81 - Capítulo 90
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81. No dejaré que interfieras con mis planes.
El gran alfa azabache camino hasta donde se encontraba Gregory Vangelis rodeado de todos sus cazadores, volviendo a su forma humana frente a todos.—Por hoy, trabajaremos juntos, ellos no atacarán a ninguno de tus cazadores, a menos que tus lo hagan primero. Nuestra única prioridad mía y la de ellos, porque así lo he dispuesto, es la de encontrar a mi esposa y tu hermana.Sus palabras tenían un matiz salvaje y pese a estar desnudo frente a todos esos hombres, ninguno de ellos podía estar con la guardia baja.En ese momento, más que nunca, el alfa y el humano eran uno solo, logrando que sus pensamientos fueran uno, volviéndolo un ser de la naturaleza tan completo, razón por lo que los Wolfang eran temidos y respetados tanto por los suyos como por los humanos.Dicho eso volvió a ser el gran lobo negro, quién empezó a olfatear a su alrededor, haciendo que todos los demás a su alrededor también hicieran lo mismo antes de alzar sus morros al aire y lanzar su más poderoso aullido de cacería
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82. Tal vez no la encontramos viva.
Gregory hizo lo que Bleid sabía que haría, si en algo estaban de acuerdo, era que sus diferencias podían ser puestas a un lado por ese día, con el fin de traer de regreso a Audrey.La noche se volvió demasiado corta y estuvo plagada de linternas y hombres que recorrieron todo ese bosque sin obtener ningún resultado.Las grandes jaurías de lobos se dirigieron al norte, al sur, este y oeste. Tal cantidad de humanos atrajo la atención de varios seres nocturnos buscando alimentarse de ellos.Sin embargo, sus intentos fueron frustrados gracias a la ayuda de los cambiaformas y lobos comunes, que al menor signo de peligro, iban corriendo a ayudar a los cazadores.Los seres que más parecían interesados esa noche en aparecer y causar problemas eran Vampiros y algunos de sus fieles Lycan que, ayudados con el poder de la luna llena de esa noche, se aventuraban a cazar y salir de su escondite.Los gruñidos y aullidos de pelea por parte de los cambiaformas metamorfos se acompañaban del sonido de
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83. Déjame traerte al mundo sin matarme.
El desprendimiento de algunas de las rocas hizo visible una pequeña cámara en el interior de la misma cámara que llamó la atención de Azabache, aventurándose, a su interior.Por primera vez en mucho tiempo algo más que la rabia y el dolor inundó a la bestia, al sentir y percibir el olor a su luna y sentir por fin la conexión con ella.«¡Audrey!»Exclamó tanto Bleid en el interior de la bestia, como él mismo alfa quien corrió hacia esa parte del bosque oculta hasta ese momento para él.No obstante, su carrera fue interrumpida por el sonido de gruñido, y después al salir rodando por el suelo accidentado de esa parte del bosque.Ahí frente a Azabache se encontraba ese extraño Lycan, era una abominación salida del maldito averno, ya que solo verlo provocaba asco con los pedazos de carne colgando de su cuerpo ya descompuesto.¿Qué diablos era esa cosa?No le importaba, en esos momentos los dientes de Azabache se abrieron al igual que todo su cuerpo se tensó.Su luna se encontraba a un par
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84. Bleid la ha encontrado y está a punto de tener a su hijo.
La mano de Ravel se movía con rapidez sobre la erección de Gregory, la misma rapidez con la que sus caderas reclamaban el cuerpo de su amante.— Así Gregory córrete para mí — Exigió el brujo mordiendo la parte alta de su espalda mientras se empujaba nuevamente en su interior.Gregory intentaba aferrarse a la pared resbaladiza de baldosas mientras recibía un nuevo impacto en su interior que estimulaba su próstata y lo hacía gemir su nombre nuevamente al correrse.— Gregory — Ravel también pronunció su nombre, mientras lo llenaba con su esperma, sabía que cada vez estaba más cerca de tener que alejarse para siempre de Vangelis.Pero era lo que debía pasar, el fin de la profecía estaba a punto de llegar y su relación tenía los días contados, no por eso dejaba de querer disfrutar con él, hasta el último momento que les quedaba juntos.— Te amo…— aseguró el brujo a su espalda antes de salir de él, sintiendo un extraño tirón que lo empujaba a soltarse.Era un ritual de sangre, gracias a él,
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85. Ven a conocer a tu sobrina.
Bleid no podía creer cómo alguien tan pequeñito era capaz de robarle por completo el corazón, porque desde el momento que él que tomó a su hija entre sus brazos no dudo en amarla, daría su vida por ella, al igual que la daría por su madre. La mujer que se encontraba con la cabeza sobre su regazo y que sonreía feliz al darse cuenta del amor qué lograba ver a través de la mirada del padre de su hija.—Se parece a ti, es un pequeño angelito— Murmuró Bleid al notar el color de los cabellos de su hija, los cuales eran del mismo tono platinado que los de su madre —, espero que tenga el mismo color de tus ojos— mencionó, el alfa. Aunque su hija no tardó mucho en abrir sus ojos y sacarlo de su error, dejándole ver a sus padres el bello color verde claro, parecido al de su padre cuando se encontraba feliz.El color de los ojos de su hija era, para Bleid, una visión de lo más hermosa, una mirada tan clara como la que tenía su princesa. Estaba enamorado y orgulloso de esa pequeña bebe.¿Se habr
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86. Todo es culpa mía, todo pasó por mi culpa.
Ravel no pudo responder, se echó a llorar como un niño, ante la felicidad que podía palparse en sus descendientes, ante su propia felicidad, por fin lo conseguía, por fin se rompía la maldición y él pronto podría obtener lo que siempre había deseado.Pero Gregory se asustó, ver a un hombre como Ravel arrodillado, llevándose las manos a la cara mientras lloraba desconsolado, era una imagen realmente sorprendente.— Ravel cariño — dijo el cazador yendo rápidamente a abrazar al brujo para intentar calmarlo, pero este solo se abrazó a él y se soltó a llorar todavía con más fuerza.— Todo es culpa mía, todo pasó por mi culpa — repetía sin parar abrazado al cuerpo del cazador, de su descendiente y también amante.Audrey tampoco sabía cómo proceder, solo aferró un poco más fuerte a su hija contra ella, llegó a creer que él era el hombre que la tenía secuestrada, pero lo cierto es que era una idea absurda, se había pasado todo su encierro drogada, pero verlo así la hizo estremecerse de miedo.
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87. Salvaremos a Audrey
Ravel pinzó el cordón umbilical de la pequeña y lo cortó con pesar sabiendo lo que sucedería en el momento en que lo hiciera, pero era necesario para que fuera capaz de hacer lo que tenía que hacer, debía alejar a la bebé de sus padres cuanto antes y terminar con todo.El grito de Audrey hizo que tanto el cazador como el lobo se alteran, pero Ravel había perfectamente lo que sucedía ahí, lo que les sucedería a todos, pero debía remendar su error.Ella sintió un fuerte pinchazo y después de eso la sangre empezó a resbalar por sus piernas.— Bleid …— le dijo preocupada, sintiéndose cada vez peor, el rostro de Audrey se veía todavía más blanco y sus labios habían perdido ese característico tono cereza que tenían por naturaleza.El alfa palideció al ver la sangre en rodar por las piernas de su luna, justo en el momento que él trató de cargarla para llevarla a casa.— No puedes moverla, debemos llevarla a un hospital — dijo Ravel de repente — tampoco puede pasar a través de mis portales, p
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88. He vivido demasiados años mi amor.
Gregory no podía entender que era lo que pasaba en esos momentos. ¿Qué era lo que estaba diciendo Ravel?¿Qué palabras había dicho quién? ¿Acaso hablaba de la profecía? ¿Pero cómo podía conocer él la profecía?—Ravel no sé qué te pasa, pero podemos arreglar aquello que te molesta — mencionó Gregory tratando de acercarse. El cazador estaba sintiendo no solo miedo al ver a su pequeña sobrina en brazos de ese hombre, que en ese momento parecía un completo desconocido frente a sus ojos. También podía sentir como su corazón empezaba a doler y a fragmentarse en miles de pequeños trozos a medida que iba embonando todo en su mente a medida que el puzle en su cabeza cobraba forma, recordando todos aquellos textos que había leído toda su vida acerca de la profecía y llenándola con todas las cosas nuevas que fue descubriendo.Las lágrimas rodaron por sus mejillas, sin poder detenerlas, mientras caminaba lentamente hacia donde se encontraba su amante.— Tú mejor que nadie debes entenderme — dijo
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89. Tengo a nuestro hijo, mira es igual a ti.
Bleid se encontraba sin saber qué hacer, condenado a ver cómo su esposa se moría frente a sus ojos, su dolor había atraído a todos los lobos de esa región y de las regiones vecinas, llegando justamente hasta esa cabaña rodeándola, el astro rey acaba de esconderse y quién en ese momento se encontraba reinando no era otra más que su hermana. Una hermosa luna llena fue a esa luna que todos los lobos alzaron sus morros para aullarle, para pedirle misericordia por un crimen que ninguno de ellos había cometido, pero que todos pagaban.Le pedían por la redención de todos, sobre todo de aquel que lo inició todo y por el hombre que se había quedado en ese momento al lado de su esposa, tomándole de la mano sin poder hacer nada para ayudarla.Los agónicos y lastimeros aullidos se dejaron escuchar en todos lados, hasta los habitantes de ese pueblo también se metieron a sus casas a pedir por una absolución que tal vez jamás llegaría. Para cuándo Bleid supo que era lo que le estaba pasando a Audre
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90. Ya no queda amor en mi, Audrey.
Las dos bestias corrieron hacia su destino, decididas a cumplir el deber encomendado.Una fuerte brisa se dejó sentir en esa parte del bosque donde se encontraba un hombre llorando en esos momentos la muerte de su amada esposa y la de su hijo recién nacido.La luna desde el cielo observaba todo, como siempre solitaria y triste, esperando por fin ver a todos sus hijos viviendo en paz.La puerta de la pequeña cabaña se abrió de golpe dejando entrar al par lobos, estos tenían una misión que cumplir.Bleid se encontraba devastado, no había consuelo para su alma, mucho menos para su corazón, el cual se había fragmentado en miles de pedazos por la muerte de su esposa, con la muerte de su hijo en sus brazos, lo que había en su pecho, era un gran hueco incapaz de albergar amor y eso solo hacía que temiera, por su hija. En su mente no paraban de resonar las palabras de su querida Audrey.«Sé un buen padre, ama mucho a nuestra hija.»—Pero ya no queda amor en mi, Audrey, ya ni siquiera siento u
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