Todos los capítulos de Mi luna, la hija de mis enemigos.: Capítulo 71 - Capítulo 80
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71. Fin de las presentaciones.
Los tres hombres caminaban por la plaza, Ravel era el que más feliz parecía siendo el centro de atención de todas las miradas. Bleid solo deseaba llegar hasta donde se encontraba su luna y embriagarse de su aroma y por último estaba Gregory quien se preguntaba cómo había mantenido a todas esas personas a salvo todos esos años, cuando en esos momentos lo único que deseaba era exterminarlos, sobre todo a aquellas personas que no le quitaban los ojos de encima al brujo.— En mí recuerdos de todas las veces que he venido a este pueblo y sobre todo a su plaza, jamás la había encontrado tan concurrida — mencionó Ravel como si nada, haciendo que Gregory Vangelis gruñera, caminando más rápido por la calle hasta la famosa boutique abriendo la puerta, para que los otros dos hombres entrarán.Bleid sonrió ante el gruñido de su cuñado por las palabras del brujo, pero más aún ante la naturalidad con la que pensó en Gregory cómo su cuñado.—Justo a tiempo— dijo Michiel viendo llegar a los dos hombr
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72. Señora Vangelis, es usted brillante.
Bleid fue llevado, junto a un par de inútiles compañeros, al centro de la plaza de ese alejado, pero rico pueblo de Italia. Dónde al parecer todo mundo estaba enterado de lo que ocurriría esa tarde en el centro de la ciudad, excepto el trío de hombres que eran escoltados por Michiel.—¡Por favor bajen y síganme!— les pidió una vez el auto dónde viajaban llegó a la plaza.—Solo quiero preguntar por qué teníamos que viajar en auto de la boutique a este lugar, si daba lo mismo caminar— se quejó Bleid quién estaba perdiendo la paciencia, sobre todo al no notar cerca el olor de su luna.Ravel, se acercó a Gregory para susurrarle a su oído.— Tenemos que hacer algo, para que Bleid espere paciente lo que sea que tu madre con ayuda de ese hombre esté planeando.— Es obvio lo que planea, ¿No? No hay más que ver cómo está decorado todo.— murmuró el rubio muy cerca del oído de su novio, obligándose a guardar la compostura y no comérselo allí mismo — ¿Serás mi acompañante en esta boda además del
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73. Vengo a buscar a la novia.
—Hijo mío, me hubiera decepcionado mucho que no fuera de esa manera— la mujer llevó su mano derecha hasta el rostro de su hijo, acariciándole de manera suave y tierna—, siempre me pregunté por qué jamás te había visto perder el control por alguna de las hijas de mis amigas, tanto que estaba perdiendo la esperanza de ver el brillo del amor en tus ojos como ahora. Así que tienes suerte que tu hermana haya metido antes la pata y no me tengas a mí sobre ti y tu novio. Además, que es un hombre guapo, si no lo tomas tú, tal vez yo lo haría. Es justo el tipo de hombre que me gusta— bromeó la señora Susan con su hijo.Gregory sonrió por lo que su madre acababa de decir de Ravel, en ese punto no le tenía celos, había salido del clóset, declarado su amor por un hombre y sido aceptado por su madre, no podía sentirse más feliz.— No solo presumiré a mi pareja, también le daré la mano a mi cuñado y le entregaré a su novia, por lo que te pido que me digas dónde está mi hermana, porque a falta de mi
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74. Sí, sí quiero, claro que quiero.
Ravel se dio cuenta de eso en cuanto vio el rostro enamorado y sonriente de Bleid, al observar con esa devoción a su esposa caminando hacia él, para después estrecharle la mano al hombre que había jurado por mucho tiempo eliminar, tomando después de su mano, la mano de su luna. Luego la feliz pareja se colocó frente al altar, con las manos entrelazadas, y eso no solo era algo bueno para Bleid Wolfang, sino también para el mismo Ravel.Porque en ese momento el brujo tenía más que claro que su lealtad incondicional a Wolfang no lo era tanto. No cuando estaba involucrado Gregory Vangelis. Más de mil años huyendo del amor y este no solo lo había alcanzado, sino que lo había entrampado al encontrarlo en el enemigo del hombre a quien le había jurado lealtad y ayudarlo a acabar con sus enemigos.Susan no pudo evitar limpiar con el dorso de su mano una lágrima traicionera que había escapado de uno de sus bellos ojos, sobre todo al ver la forma en que su hija y su futuro esposo se miraron uno
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75. ¿Creías que podías escapar de mí?
Susan se aseguró de facilitar el transporte para todos los invitados a la mansión Vangelis, Había hecho prepara un gran banquete en los enormes jardines de su casa, donde todos los asistentes fueron invitados.Los novios fueron llevados hasta la mesa principal donde estaban ellos, Susan, Gregory y Ravel a su lado como su pareja oficial.Pero Bleid solo tenía ojos para Audrey, su Luna y ella para él. Y a pesar de las constantes miradas de advertencia de su familia, ellos no podían más que comerse con la mirada, la comida era lo de menos, porque a diferencia de los demás asistentes, ellos solo querían saborearse el uno al otro como marido y mujer que ya eran.— Creo que iré al baño— dijo Audrey haciéndole una señal a su alfa para que la siguiera, aunque obviamente lo que menos pretendía ella era llegar al baño, si no a su habitación. Ella necesitaba a su hombre del mismo modo en que sabía que él la necesitaba.Bleid no dudó en disculparse también, alegando que se le había olvidado algo
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76. Mia… Por siempre mía…
Audrey se arqueó bajo el cuerpo de su esposo en el instante mismo en que lo sintió hundirse en su interior, esa forma de reclamarla, de penetrarla con la misma urgencia que ella sentía recorrer todo su cuerpo.— ¡Bleid! — logró exclamar entre gemidos mientras abrazaba su cadera con las piernas — ¿Crees que se enojen por esto?A Bleid no le importaba si eso ocurría, lo único importante era estar unido a su luna, a su alma gemela, embriagarse de su olor, del sabor salado de su piel, y de las ganas de seguirla escuchando gimiendo su nombre mientras sus manos y los labios la recorrían y reconocían al completo.—Si lo hacen es algo que no debería de importarnos — le respondió alzando sus caderas y colocando bajo su espalda una almohada, encontrando de esa manera el ángulo exacto para seguir haciéndola gemir.Audrey sabía que él tenía razón, que no tenía que preocuparse por eso, no obstante, sí que lo hacía, más no se sentía preocupada por los invitados, pero si por su madre y hermano.Viví
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77. Le diré que ha sido idea tuya.
Tras vestirse, la pareja de recién casados se dirigió hacia el jardín, ya había anochecido del todo, pero no importaba, la decoración lucía mucho más de esa manera.Estaba todo perfectamente iluminado con pequeñas bombillas que parecían luciérnagas y muchísimas velas que llenaban el lugar de luz y calidez.Audrey y Bleid se besaban por los pasillos, parecía que el camino no terminaba nunca, pero, por fin, lograron llegar donde esperaban los invitados, maravillándose con lo bonito que parecía todo, incluso había una enorme luz central por encima del resto de la decoración, que parecía la mismísima luna, al alcance de sus manos.— ¿Crees que mi madre va a regañarnos mucho?— preguntó Audrey algo sonrojada mientras tiraba de la mano de su esposo, evitando que le diera ese último beso y no la dejará avanzar.Bleid quiso gruñir ante la pregunta de su luna, más lo que hizo fue suspirar, no solo por la ausencia de ese beso que no llegó, sino por la idea de enojar a Susan Vangelis.Seguía insi
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78. Espera, esto será interesante.
Ese corte que Bleid hizo junto a su luna fue perfecto, igual de perfecto que el beso que siguió después de ese corte de pastel, no sin antes probar un poco de la natilla del pastel que su esposa colocó sobre sus labios, alegando que solo de esa manera su hijo le permitiría disfrutar del pastel.—Estoy empezando a ver qué tanto tú, como nuestro hijo, serán un par de adversarios duros de vencer— mencionó el alfa tomando a su esposa por el talle, eliminando la distancia entre ellos, antes de hacerla saborear en un beso largo y extendido el sabor del pastel que estaba siendo repartido en ese momento entre los invitados por el servicio de catering bajo la atenta mirada de la señora Vangelis.— O hija, no te olvides de que tal vez tengamos una niña — respondió Audrey tras besar los labios de su esposo, esos labios con sabor a pastel que habría pasado toda la noche degustando. Pero antes quería bailar un poco, hasta que el cuerpo dijera basta, porque ella solo pensaba casarse una vez, bueno
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79. ¿Qué? ¿Qué puedo hacer?
De un momento a otro la alegría que había imperado en las últimas horas era sustituida por el caos y la desesperación. No solo para la familia Vangelis, también para Bleid Wolfgang quien, en ese momento, era contenido por su cuñado, evitando que hiciera algo por lo que no habría marcha atrás.—¡Debes calmarte!— le había dicho Gregory a Bleid, encarándolo y evitando que este saliera como la bestia que era a buscar a su hermana, sobre todo, con todos los habitantes del pueblo ayudándoles.Lo que hizo que ambos hombres se encararan, Bleid, por su parte, no podía entender como Vangelis, era capaz de pedirle que se controlara y que se tranquilizara en un momento como aquel, cuando Audrey había desaparecido sin dejar ninguna pista que pudiera ayudar a encontrarla a salvo, solo un par de huellas que se habían marcado en la parte trasera de la propiedad.Los ánimos estaban más que caldeados entre ambos hombres, tanto que Bleid no logró evitar acusar a Gregory de haber raptado a su hermana, ha
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80. ¿Por qué no me dejas ayudarte?
Bleid llegó en ese momento más tranquilo de lo que se encontraba Gregory, parándose frente a él.Había sido testigo de lo ocurrido entre los dos cazadores y no solo eso, por algún extraño motivo, había visto cuáles eran las preocupaciones de Gregory en cuanto a lo que podía ocurrirle a su luna.Él también se estaba preocupado por el crecimiento de su hijo, lo que le había dado Ravel, pronto dejaría de hacer efecto, motivo por el que, tras cerciorarse que Bleid se encontrara en sus cabales, había tenido que irse.Era de vital importancia que él regresara con la nueva dosis de lo que fuera que le daba a Audrey para detener el rápido crecimiento del pequeño en su vientre.—¿Por qué no me dejas ayudarte?— fue la pregunta que Bleid le hizo a Gregory tras terminar de recomponerse — si me dejas hacer lo que sabes que puedo hacer, sería más fácil encontrarla. Piensa en mí como un gran sabueso a tu servicio.Aunque decir eso le había costado parte de su orgullo, no se arrepentía de ello. Es má
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