Astrid se mantuvo completamente tranquila y estuvo lejos de ponerse como loca a maldecir a esos viejos hipócritas, una sonrisa cínica surgió en sus labios y miró a los hombres de tal forma que ellos se asustaron por completo e incluso pude ver como uno de ellos sudo helado.— Si ya han terminado de su cacaraqueo pues supongo que me toca a mí hablar — ella se levantó y se puso como si fuera una leona — en este momento consideren sus acciones vendidas y las voy a comprar yo, lo que haga o deje de hacer en mi vida personal es muy mi problema, nadie, escuchen bien, ¡Nadie tiene que meterse en las decisiones que tomó en el aspecto íntimo! Si los demás están hablando cosas de mí pues me importa muy poco, espero que no se resistan a vender tal cosa porque si me quieren como mala pues me van a tener como mala.— ¿Y qué piensas hacer, chiquilla? — el viejo sonrió de forma cínica — no me hagas reír, tú no eres nadie para amenazarnos de tal forma, reconoce el valor que tienes.— Y eso es lo que
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