Hablando del diablo y él que asoma sus narices, Ilán se encontraba de pie en la entrada de mi oficina mientras me miraba como si pidiera permiso para entrar.— Vas a echar raíces ahí, pasa si es lo que quieres — me di vuelta en mi silla — la vista es hermosa, ven aquí para que la veas.Ilán entró en la oficina y se sentó a mi lado, sus dedos se entrelazaron con los míos y apoyé mi cabeza en su brazo.— Por cierto, quería hablar contigo de la psicóloga que te está atendiendo — pude sentir que se puso tenso — voy a buscar otra opinión médica, no quiero que esa mujer te siga viendo.— El otro día me dió lástima ver cómo su consultorio se quedó vacío y me gustaría darle otra oportunidad para que me atienda, todos merecemos tal cosa.— No lo sé, ella activa mi ojo de loca y este no se equivoca — lo miré fijamente y me puse delante suyo mientras tapaba la vista — escucha Ilán, en este corto tiempo te has convertido en alguien muy especial para mí y te considero de mi familia, algo que tiene
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