Pobre Lucia…Los siguientes días pasaron en total tranquilidad, mi esposo seguía de viaje con su pequeña amante, no habia hablado con Carlos, no tenía un trabajo en específico para él, y después del último encuentro siento un poco de vergüenza por lo que paso esa tarde-noche, para mí fue maravilloso, pero suponía que él estaba acostumbrado a ese tipo de eventos, pues a pesar de no ser un gigolo, todas mis amigas lo contrataban para que fuera su acompañante, al spa, a la peluquería, de compras, a hacer algunos trámites bancarios, entre muchas cosas más que la gente rica hace a diario, y como no apreciar su compañía, si es que era maravilloso.Una llamada me saca de mis pensamientos… ¿Lucia?-Hola Amanda, ¡ayy!, perdona que te llame, pero no tengo familia en la ciudad, y el imbécil de tu marido esta con su amante, rompí fuente, Samantha debe quedarse con él bebe ¿podrías ayudarme en el hospital por favor?, al menos mientras nace mi hijoLa voz de Lucia me sorprendió, un escalofrió recor
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