—¡Cariño! —Shirley contoneó las caderas de forma exagerada mientras caminaba hacia él—. Te estuve esperando anoche, ¿se puede saber dónde dormiste? —Will la retó con la mirada y ella, en lugar de gritar como siempre, agachó la cabeza—. Lo siento, a veces olvido que ya solo me quieres porque estoy embarazada de tu hijo y que ya no tengo derecho a reprocharte nada.William, dispuesto a seguir en el papel para llevar a cabo su plan, soportó las ganas que tenía de decirle lo que había visto y sacarla de la casa. Pero la venganza era un plato que se servía en frío, tendría que aguantar, eso no significaba que lo hiciera de la mejor forma.—Al parecer vamos a casarnos, así que supongo que estás en tu derecho de reclamarme.—Estás molesto, ¿verdad? Sé que no es lo que querías… —Ella intentó acercarse y echarle los brazos sobre los hombros, pero él se apartó—. Will, no seas así, ya verás que cuando estemos casados todo cambiará, volveremos a estar como antes. Yo te amo, lo sabes y tú me amas
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