Alfa, luna y cachorrito habían descansado bastante bien por el día, dormir juntos les hico mucho bien, se habían extrañado demasiado, pero sabían que no todo sería color de rosa, había que ver lo que los enemigos planeaba en contra de ellos— Cuando Temperace, despertó, se sentía demasiado hambrienta, el cachorrito en su barriga pataleaba probablemente exigiendo comida, dejaba saber que era un glotón, solo sabía pedir comida y patalear a su hermosa madre, ese pequeño no se iba a se demasiado travieso — Buenos días, cariño, imaginé que tendrías hambre, por eso pedí que la cocinera preparará algunos ricos platillos — el Alfa entró vestido en ropa deportiva, recién bañado, con un riquísimo olor a colonia, sus ojos azules no eran gélidos cómo siempre solían estar, ahora mismo brillaban en ellos el amor por su luna — Estoy muriendo de hambre, tu hijo me despertó con pequeñas patadas, al parecer él también está hambriento — Temperace hizo un lindo puchero mientras se acariciaba la barriga
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