Cuando bajó aquel avión en un terreno árido y desolado, Sara sintió desconfianza, pero así era este tipo de vida, Mendraco siendo el asistente de Magnus un jefe mafioso de hacía ya muchos años, sabía que el peligro estaba latente sobre ellos.Al bajar del avión, ya lo esperaban unos caballos ensillados, listos, montaron a los caballos y se desplazaron montaña adentro, luego cruzaron un río infestado de cocodrilos y serpientes gigantes, anacondas, se sentía abrumador el ambiente, pero Sara pudo soportar todo eso al solo pensar en Magnus.Ni ella misma se entendía como pudo aceptar venir a la conchinchina para encontrarse a este hombre, se preguntaba que era lo que ella sentía por él, debía sincerarse consigo mismaUna vez que cruzaron el río, tuvieron que detenerse en su avance para encontrarse con Magnus, pues vieron a unas decena de hombres armados deambular rigurosamente la zona en la que se movían a pies.Agachados entre la espesa vegetación, Sara se puso a llorar, se habia sentido
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