Sentirse celosa

Era las dos de la mañana, el avión privado aún seguía en el aire, Magnus al fin había cerrado los ojos para dormitar por un momento.

Al cabo de unos veinte minutos mas, por fin la aeronave bajó a tierra firme, Mendraco volvió su mirada en su jefe y este seguía con los ojos cerrados, le dió una palmadita en el hombro y dijo:

—Vamos.

—¿Llegamos?

—Si señor?

—Sentí el viaje corto —dijo Magnus volviendo a ver para todos lados.

—Está la neblina cubriendo el amanecer, hace mucho frío —dijo Mendraco juntando ámbas manos para calentarse.

—Si, espero que nadie haya supuesto mi llegada —Mendraco abrió muy grande el ojo y dijo.

—¿Acaso no te lo había dicho solo a ti? —le hizo un guiño de ojo Magnus a Mendraco y luego bromeó diciendo:

—Es solo una suposición, ya sabes, en los cuentos de camino, se suele aparecer el demonio.

—Pero, siempre has sido cuidadoso, Jefe —dijo Mendraco y se rió de la actitud despreocupada de su jefe, éste dijo.

—Arrieros somos y en el camino andamos. —carcajeó esta vez co
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