La joven emperatriz interpretó a qué se refería su esposo de las posibles consecuencias de “despertar” algo que “no debía”, y esto la avergonzó tanto, que por un momento no supo qué responder. Antes de replicar, Ashal se apartó bruscamente y, cambiando abruptamente de aura, dijo con seriedad. —El doctor indicó que te quedes en cama todo el día, así que por favor no te muevas de la habitación, por favor. Esto consternó bastante a la joven emperatriz, que al ver que su esposo se marchaba, corrió para detenerlo. —¡Ashal! —exclamó desesperada. —¿Qué pasa? —preguntó su marido, frunciendo el ceño. Ante esto, la joven comenzó a balbucear. —Esto… hace rato, me contaron que el general Chevalier fue expulsado y hasta habían puesto un precio a su cabeza, ¿eso es cierto? —preguntó esto último con inquietud. Cuando escuchó este nombre, el emperador se tensó. Entonces Adeline insistió. —Dime, ¿él se atrevió a decirte lo que pasó entre nosotros? Ashal no quería mencionar nada de lo ocurrido
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