Unos toques leves en la puerta captaron la atención de Clarisse, supuso que se trataba de Liza, así que le dijo que pasara y efectivamente lo era, pero no venía sola. Detrás de ella ingresó Brion, cómo un espíritu maligno que se colaba dentro de un espacio por medio de otra persona.―Buenos días, linda. Te traje algo de comer, ya que no bajaste a desayunar ―Liza dejó la charola con varios platillos y jugo sobre la mesa de noche, pero Clarisse ni se molestó en verla.―No tengo hambre.Sus ojos estaban fijos en el hombre que se encontraba de pie cerca de la puerta, cómo si creyese que si no se movía no podría verlo. ¿Y cómo no hacerlo? Brion junto a Liza era enorme por ese cuerpo atlético, además, sus singulares ojos eran imposibles de ignorar, además de que ella ha visto esos ojos en diferentes fases. Enojados, tristes, enfermos, enamorados y hasta excitados.―Tienes que comer bien, Clarisse ―insistió la ama de llaves―. No pienses ni por un segundo que te dejaré saltarte alguna comida.
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