NikolayLa verdad era que quería tener a Margaret desde el mismo instante en que se fue de mi lado, salir a buscarla, hablar con ella y por qué no… coger como conejos durante toda una jodida semana. De todas maneras, yo también había jugado con ella, era cierto, pero mi orgullo me mantenía atado a Rusia, sin hacer nada por ella y sin siquiera intentar buscarla en meses.Me sentía hueco, desganado y vivía mi vida día como una maldita tortura sin fin, hundido en la miseria de mi desidia, aguardando a nada y al mismo tiempo, queriendo saber el porqué de lo que había pasado.Justo en ese instante, uno de mis hombres entró desesperado a mi despacho. Jonathan ya se había recuperado y seguía trabajando para mí, aunque no de la misma forma que antes. Al parecer, el hecho de no ver a Margaret le ponía nervioso. Cuando llegó a mi lado, me golpeó el rostro con su puño, sorprendiéndome:—¿Qué crees que estás haciendo, Jon? —lo miré estupefacto por su comportamiento. —¡Eres un cabrón! ¿Cómo has
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