— Sé quién eres, no es necesario que sigamos fingiendo — continuó diciendo, y mi cuerpo se erizó, me apreté el brazo intentando convencerme de que estaba idealizando demasiado y que ahora yo empezaba a alucinar, pero él siguió expresándose, al punto de dejarme muda, inmóvil como una estatua. — Desde que te miré, te reconocí a lo inmediato, por tu cicatriz de la espalda, tu vestido es destapado, y olvidaste ocultar eso – dijo tocando la cicatriz con su dedo — pero decidí seguirte el juego, y confesarte todo, que entendieras que todo esto lo hice para ti y por ti, que he cambiado, espero que hayas leído mi carta y me creas, ocultar lo que he guardado estos años fue muy complicado, y pensaba que solo estando borracho podía sobrellevarlo, pero estando en el internado y tomando terapias he logrado superar eso, y hoy he hecho todo esto para pedirte perdón, y si no venías entonces esto sería para despedirme de ti en silencio, como han sido siempre nuestras despedidas, porque yo ya ni siquie
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