No supe diferenciar en lo que sentía, una parte de mí quería marcharse de ahí, y otra me obligaba a detenerme; sabía bien que estaba perdida, que no había vuelta atrás, y que en ese lugar no existía nadie, que pudiera salvarme, que pudiera tenderme una mano, y yo ni siquiera podía hablar inglés, era una locura pensar en escapar ¿A dónde iría? Pero no quería ver más esos ojos mirándome con odio y amor. La confusión me estaba matando, que no supe si en verdad estaba caminando, corriendo o simplemente me había quedado detenida, imaginando que sucedía algo.— ¿Qué te ocurre? — Me interceptó la voz de Eduardo, mientras sentía que su mano tocaba mi antebrazo, por fin su piel estaba cerca, muy cerca de la mía, levanté la mirada y ante mí, estaban los dos hombres, Aiden y Noah, listos para apresarme y atrás de mí, Eduardo, el Eduardo que me aborrecía, ya no el mismo que adentro me había tratado bien.— Yo, no sé, yo no sé si pueda soportar esto — logré decir con la voz contrita, a sabiendas d
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