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Todos los capítulos de Los Secretos del Conde: Capítulo 11 - Capítulo 20
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La huida
Salió disparada de la escena como alma que lleva el diablo, se cercioró de que nadie la siguiera y desapareció por uno de los senderos menos transitados, ya que solía estar lleno de barro cada vez que llovía. Su atuendo estaba hecho un desastre, sus botines se llenaron de barro en el camino, el sombrero de paja no tenía remedio y la pelliza pesaba demasiado sobre sus hombros, pero tenía el vestido pegado al cuerpo y por ende, no se la podía quitar o su moralidad se pondría en duda. Llegó a una de las salidas del parque y comenzó a andar, no se atrevería a ir al encuentro de Lady Amelia y Lord Thomas dentro de Hyde Park, eso dañaría sus reputaciones irremediablemente y estaba segura de que ella no quería ser la causante de tal catástrofe. Su tía le había dicho muy expresamente que Lord Rauscher no aceptaba ningún escándalo en torno a su familia, así que Evangeline prometió que ella no causaría ninguno, que sería invisible y que las personas no se tomarían más de dos segundos mirándola.
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El primer baile
05 de Mayo de 1811, Londres.El baile de presentación de la joven Lady Penélope dio inicio con un vals de la mano de su primo Lord Thomas, heredero al Marquesado de Rauscher, era joven y apenas había iniciado la universidad, pero tenía el porte de casanova guapo, alto, carismático y poseía la belleza representativa de los Luddington, se encontraban uno al lado del otro mientras caminaban al centro de la pista de baile, más que primos parecían hermanos. Las parejas se fueron uniendo, una a una, a la danza hasta que el espacio se llenó, pero los «Lores B» presentes se quedaron en las cercanías junto a su madre, continuaron conversando de otros menesteres, bromeando y bebiendo champagne, pero no James, pues no podía despegar la mirada de los cabellos oscuros y la divina nuca pertenecientes a la dama recién entrada en sociedad.Estaba embelesado con su andar, la señorita tenía una gracia indescriptible, una elegancia que la hacía brillar y su sonrisa no desaparecía, pero no era una sonris
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La reunión de los Lores B
09 de Julio de 1815, Londres.A la mañana siguiente despertó temprano, si acaso había dormitado durante una hora, ya que estaba pendiente de cualquier cambio que sufriera el pequeño. Las sirvientas volvieron a darle un baño caliente a John, quien ya sonreía y tenía mejor semblante que el día anterior. Por ende, tomó la decisión de sacarlo a tomar sol antes ir a desayunar, tras vestir sus ropas de diario salió de la habitación en dirección a la puerta principal con su hijo en brazos. Frente a la casa había un hermoso árbol donde podían descansar y jugar un rato, no obstante, para cuando salió y comenzó a bajar las escaleras de la entrada jugando con John, pudo percibir a dos personas entrando a la propiedad, era demasiado temprano, no eran ni las siete de la mañana, y debido a eso decidió no perder de vista lo que sucedió a continuación.El benjamín de la familia, Nathaniel, Marqués de Bellingham de tan sólo dieciocho años, se encontraba escabulléndose con, nada más y nada menos, que L
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La invitación al baile
10 de Julio de 1815, Londres.Esa mañana Evangeline se levantó de buen humor, se sentía un poco más calmada, desde el día anterior la lluvia no había dado tregua alguna, el cielo se encontraba gris y nublado, podía observar a través de las ventanas de su alcoba como las personas corrían para resguardarse de la incesante tormenta, no se podía distinguir ninguna figura y las calles estaban enlodadas. Respiró profundamente, alejando sus miedos y tuvo la valentía de sonreír al vidrio que la protegía de las gotas, tras un momento de paz comenzó a arreglarse para ir al gran comedor a tomar el desayuno.Lord Thomas no había dicho que lo sucedido no iba a llegar a oídos de los marqueses, pero lo sintió como un trato implícito, debido al ambiente que tuvo la conversación sobre su acto en el parque junto al Serpentine. Ella sabía que él era consciente de la actitud que tomaría Lord Rauscher si se enteraba que Evangeline había reprendido a los Marqueses de Wrightwood y al Conde de Blakewells, to
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Desayuno en familia
Aún estaba al pendiente de su hijo, su semblante seguía mejorando pero no estaba del todo recuperado, tenía una leve gripe que lo hacía estornudar de vez en cuando y su temperatura corporal a veces subía produciéndole ligeros quebrantos. Cuando James se levantó esa mañana el clima era inclemente, la lluvia arreciaba contra las ventanas y John se mostraba intranquilo por los fuertes sonidos del agua contra el vidrio, por ende, cerró las cortinas y encendió otra vela para iluminar la habitación, la chimenea se estaba quedando sin fuego así que llamó al servicio para que le echaran más carbones, dado que debían mantener la estancia a una temperatura cálida para evitar complicaciones en la salud del niño.Cuando el bebé estuvo de nuevo dormitando, James decidió escribirle a Cassandra, pues la había abandonado en el Serpentine prometiéndole que pronto la iría a buscar para conversar de todos los acontecimientos que habían ocurrido, necesitaba saber cómo estaba y era claro que ella se encon
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Recuerdos
Siendo congruente con las palabras que le había escrito a Cassandra, se estaba preparando para trasladarse esa misma tarde a la casa principal del Conde de Blakewells, una morada deslumbrante que estaba unida a su título desde la primera generación. Él había mandado a realizar significativas remodelaciones en la fachada y en todo el interior, así como en los jardines y establos, cuando tomó la decisión de casarse, con la finalidad de recibir a su condesa tal y como se lo merecía, por ende, Blakewells Manor era una de las pocas mansiones con un estilo más moderno y fresco que las demás. Esta quedaba a unas cinco manzanas de distancia de la mansión que estaba habitando actualmente junto a su familia, por suerte las propiedades de todos los hermanos estaban relativamente cerca unas de las otras en Londres, incluso James era vecino de Brightwall Manor, la propiedad de Colin.Ya no quería que su madre se tomara para sí misma la tarea de cuidar de John o que se sintiera en la obligación de
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Rumores
17 de Mayo de 1811, Londres.A la espléndida Lady Penélope, quien destacó en su baile de presentación como ninguna otra, gracias a sus finas maneras, cabello de diosa y sonrisa de ángel, la cual caminaba llena de gracia, con agrado y emanando una elegancia incalculable, la comenzaron a ocultar sin razón aparente, no le permitían asistir a eventos que no fueran realizados por sus parientes y poco se le veía en los habituales paseos por Hyde Park. Esta dama, quien era la personificación de la pureza, radiante, colmada de alegrías y virtudes, pues la señorita tocaba no uno, sino dos instrumentos: el piano y la flauta, además cantaba como los querubines, tenía una voz sublime que hechizaba a sus visitantes cada que el marqués realizaba un evento social en su morada. Por otra parte, hablaba francés con fluidez y contaba con un amplio léxico del latín, el cual hablaba con bastante desenvoltura.Y no conforme con todo lo anterior, Penélope Luddington también se había destacado en la escuela
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El concierto
La sala estaba repleta de las personas más pomposas, engreídas y altivas de la alta sociedad, por lo general los integrantes de las familias de duques y marqueses eran así, a menos que estuvieran en la ruina y necesitaran desposarse con jóvenes que poseyeran dotes cuantiosas, provenientes de familias con las arcas llenas de riquezas, pero de no ser el caso eran individuos que poseían actitudes de cuidado, no dejaban pasar por alto los errores y veían a los demás levantando la barbilla, como si emanaran un tufillo, cosa que James odiaba sobremanera. Los únicos a quienes no podía meter en el mismo hueco era a Marcus, Sebastian, Nathaniel y Josephine, pertenecientes a esos estratos, y por supuesto su madre, quien era la Marquesa viuda de Bellingham, y no porque fueran su familia, sino porque realmente no trataban a nadie de manera diferente ni se fijaban en la posición social, James suponía que vivir y crecer en una casa con personas de todos los puestos de la jerarquía social les había
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La verdad sale a la luz
13 de Julio de 1815, Londres Esa mañana se sentía devastado, su cuerpo se sentía frágil y tenía los sentimientos a flor de piel, no había podido dormir como Dios manda la noche anterior con tantos pensamientos dentro de su cabeza, la cual parecía que iba a explotar en cualquier momento. Por otra parte, John había vuelto a tener fiebres, por lo que tuvo que cuidar de él durante la madrugada, cubriéndolo con paños de agua y manteniendo la estancia a una temperatura adecuada, cerró las cortinas y mantuvo el fuego en la chimenea a todo dar. No soportó la idea de quedarse en la habitación principal, con tantas memorias revoloteando, así que terminó dormitando de a ratos en una silla mecedora que había en el cuarto de niños junto a la cuna de su hijo, la cual se suponía que Penélope usaría para dar pecho a su retoño, donde lo acurrucaría hasta que se quedara dormido. Los recuerdos seguían llegando y el dolor que embotaba su cabeza no desaparecía desde el día anterior, tenía un humor de perr
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Tarde de bordados
Su anterior conversación con Amelia donde le explicaba que debía mantener su dignidad y que además, por su bien era mejor que dejara de escaparse de la mansión a causa de un hombre, había sido tomada en cuenta y en consecuencia tuvo resultados favorables, pues Evangeline estaba atenta y gracias al cielo no había vuelto a escuchar ruidos en la alcoba junto a la suya a tempranas horas de la mañana. Amelia retomó su rutina de levantarse tarde y somnolienta desde aquel día, pero lamentablemente no había rastros del misterioso caballero que ella estuvo frecuentando y su actitud se mostraba un tanto apesadumbrada y tenía la mirada triste. Sin embargo, eran sentimientos que ocultaba demasiado bien frente a su hermano mayor y a sus padres, con ellos era la Amelia que todos conocían: parlanchina, muy activa, alegre y preguntona; no obstante cuando estaba a solas con Evangeline dejaba esa máscara atrás, y ella podía escuchar los profundos suspiros de la joven que tan sólo quería encontrar un esp
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