Los días en aquella mansión fueron mucho mejores de lo que Rebecca esperaba. Por primera vez estaba disfrutando de vivir en aquel sitio. Era tanto así su felicidad que su pequeña estadía de fin de semana, pasó a convertirse en una residencia de tiempo indefinido. Luciano estaba viviendo con ella y habían comenzado a ser un verdadero matrimonio, nada parecido a los últimos 3 años, así que ella no quería irse, quería quedarse con él. No importaba si tenía que conducir más tiempo para llegar a clase o a la empresa, ni siquiera le molestaba vivir lejos de Marisa y del resto de sus amigos, le encanta dormir cada noche junto a Luciano y amanecer a su lado, disfrutaba de sus desayunos y cenas en pareja, pero sobre todo, le fascinaba la manera en que él la amaba. – Buenos días hermosa –le saludo un sábado en la mañana apenas despertó. Él aún permanecía en la cama junto a ella y en cuanto la vio abrir los ojos, le regaló un beso en los labios que luego se convirtió en una suave ca
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