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Todos los capítulos de Venganza del Destino: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Perro de los mandados.
Angustiada, desesperada y sin saber qué hacer para que Maximiliana se pudiera tranquilizar y de ese modo redujera un poquito la velocidad a Isabella los nervios le hicieron llorar; aunque no era su propósito hacerlo por más asustada que estuviera, ya que pensaba que llorar es un signo de debilidad que antes mostraba y que ahora no está dispuesta a dejar que nadie vea, pero lamentablemente una cosa eran sus deseos y otra es a la que la circunstancia la está obligando.—Te pedí que te detengas— manifestó con voz rota y Maximiliano al verla tan mal redujo al punto de poner el millero del coche a 60 por hora.«Se asustó», pensó sintiendo un deje de culpa por actuar de manera impulsiva y aunque sintió la necesidad de pedir disculpa su ego de macho herido no lo dejó pronunciar una sola palabra debido a que piensa que ella merece eso que está sucediendo y más.Pronto habían llegado al edificio en el que está el departamento de Isabella y cuando Isabella se bajó del coche Maximiliano fue rápi
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Un buen padrastro. 
Sí antes Maximiliano creía que había sido engañado por Isabella, ahora lo que verdaderamente sentía es que fue burlado y por más que le exigió que desmintiera que ella no es la prometida que ha dicho Oliver, ella lo ignoró.—Dime que todo es un invento de este…— demandó a medida que señalaba a Oliver, y se mordió la lengua para no llamarlo de manera insultante.«Oliver ya sabe quién soy realmente, debo hablarle para que entienda por qué decidí ocultar mi identidad», analizaba Isabella evadiendo las reclamaciones de Maximiliano y sin pensarlo dos veces agarró el antebrazo izquierdo de Oliver y lo sacó del departamento.Se retiraron dejando a Maximiliano con la furia haciendo ebullición dentro de su torrente sanguíneo, tan enfadado estaba que una vena se le alteró en la frente y los ojos se le pusieron sumamente rojos.—¡No soy más que un maldito chiste para ella! — rezongó histérico y Emiliano fue llevado a la habitación por la niñera que también estaba expectante de todo allí.Oliver
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En el amor todo se vale.
Isabella no regresó al departamento, puesto que ahora tenía otra preocupación sumada a la que ya le atormenta y es que no quiere ser producto de un nuevo cotilleo de la prensa amarillista. No pasó mucho cuando vio a Oliver que se aproximaba, y al contrario de lo que esperaba, él llegó muy calmado y sin el rostro sudado, pero sobre todo sin gesto de enfado o irritación.—¿Lo atrapaste? — le preguntó con inquietud y Oliver desvió la mirada antes de responder.—No pude, me fue imposible hacerlo— respondió a la vez que sentía un poco de remordimiento y recordó cómo lo atrapó:—Señor blanco, le juro que no estaba detrás de usted— le explicó el paparazzi en el momento que Oliver lo tenía agarrado por la solapa de la camisa.—Sabes que te puedo demandar, ¿cierto? — le dijo amenazante y el hombre asintió con movimientos de cabeza agitados.—Sí, pero repito, no estaba buscando ninguna noticia sobre usted, a quien estoy siguiendo es a Maximiliano Gil— le volvió a explicar con preocupación, ya q
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Promesa incumplida.
A Isabella el silencio la estaba aturdiendo y una opresión en su pecho le dificultaba poder respirar cada vez que miraba a su alrededor notando como todo le parecía vacío a pesar de no estarlo.—¡Qué ironía! —. Se echó a reír con amargura por su propia contradicción y volvió a decir:—Porque debo sentir tristeza si me encanta mi privacidad y con Maximiliano y su hijo invadiendo mi espacio no me sentía bien— se animaba a sí misma a ignorar su propio sentir. Soltó un suspiro a medida que regresaba a su habitación con el plan de descansar como le dijo a Oliver, pero al ingresar esta vez vio algo sobre su cama que hace rato pasó por alto y es que había un álbum fotográfico.—¿Será que Emiliano lo ha dejado para mí?— preguntó a la nada suponiendo que el único que podría hacer un gesto tan bonito sería el pequeño que la adora.—Definitivamente, él es un niño especial— musitó viendo el lado de la cama en el que solía dormir el infante que casi todas las noches a medida que se quedaba dormido
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Escándalo malintencionado.
Chiara escuchó un silencio mudo que la hizo sentir desesperada y rabió porque no le gusta que se queden callados cuando pide algo, ya que únicamente necesitaba escuchar un "sí" por parte de ese periodista que ha hecho muchísimos trabajos para ella.«¿¡Cómo se atreve este idiota!?», farfulló entre dientes tras sentirse ignorada.—Señorita Lorenzo, esta vez no puedo hacer lo que me pide —. Se negó el paparazzi mientras recordaba la amenaza que le había hecho Oliver y sabiendo que con la influencia que posee Oliver podría lograr que le tachen su hoja de vida; algo que le llena de horror porque no podría conseguir un empleo más, razón por la que estaba decidido a que no haría un solo trabajo más que Chiara le pidiera, aunque le diera cambio un millón de dólares.Los dientes apretados de Chiara crujieron de la rabia tan grande que sintió al escuchar esa negativa. —¡¿Por qué no?!—gruñó histérica porque si hay algo que odia es que no hagan lo que solicita, sintiendo que todos le deben obedi
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Sentimientos no correspondidos.
Minutos después:Isabella se encontraba entrando al coche de Oliver que esperaba por ella en el parqueo subterráneo del edificio en el que vive para no ser captado por cualquier periodista que estuviera cerca.—Buenos días, señorita famosa ¿Has dormido bien?— bromeó Oliver al mismo tiempo que le hacía entrega de un café americano.Ella lo tomó con recelo y sin darse un trago lo miró al mismo tiempo que se mordía el labio inferior con mucha sutileza.—Oliver…— lo llamó y él detuvo el auto y giró el rostro para verla.— Te aprecio, de verdad lo hago, incluso te agradezco muchísimo por cuidar de mí cuando nadie más lo hizo, desde que me conociste sin importar qué, has sido incondicional, antes como Caroline y ahora como Isabella, pero no me gustó la manera en la que me hablaste hace un momento, ya no quiero que me estén dictando que hacer o me regañen, quiero romper ese círculo porque Blas lo hacía y Maximiliano por igual, aprovechándose de mis debilidades y eso me hizo sentir torpe por
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Una propuesta rechazada.
Antes de haber sido expuesta en su propio baile, Isabella trató de persuadir a Oliver para que él le vendiera las acciones que posee de la compañía Hologram, una empresa que se fundó con el fin de que fuera un respaldó para la empresa Sued, y de la cual Blas quería ser el dueño, pero por desgracia el compromiso que haría posible que Oliver entregase el 70% de las acciones no se completó y quedó siendo el único propietario, y Oliver que no puede negarse a cualquier pedido que le haga ella accedió; negocio que Blas el abuelo de ella investigó descubriendo que Isabella había comprado el 49% de las acciones provocando que ahora el anciano la viera como un verdadero oponente muy peligroso de quien debe cuidarse porque hace cosas en secreto para perjudicarlo.— De haber sabido que eras una víbora calculadora me habría deshecho de ti desde hace tiempo, pero resultaste ser tan macabra como lo era tu madre— le reclamó Blas, quien aún seguía en comunicación con Isabella y ella a pesar de que no
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Vecinos.
Isabella apenas pudo dormir porque eran tantas las cosas que pasaban por su mente que incluso después de tomar las píldoras que siempre la aturden por completo no fue capaz de conciliar el sueño. Esa llamada que le hizo su abuelo y para completar esa propuesta tan loca que le hizo Maximiliano y sumándole a eso la amenaza final la desconcertaron.Sin embargo, cuando estaba a punto de amanecer el cansancio fue haciendo estrago en su cuerpo y los ojos se le fueron cerrando por sí solos, pero entonces para su mala suerte unos toques insistentes en la puerta principal la hicieron sentarse de golpe en la cama.—¡¡Es que no puedo tener paz!!— refunfuñó hastiada al mismo tiempo que veía la hora en la pantalla de su celular, dándose cuenta en ese momento que tenía varias llamadas perdidas.—Esta vez no me destruirás tan fácil— juró una vez que pudo ver a través del visor de la puerta y enseguida marcó el número de la policía para pedir ayuda.Luego de finalizar la llamada, mientras esperaba, d
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Una historia familiar que causa dudas y confusiones. 
Mientras que Isabella desinfectaba la pequeña herida que se ha hecho Emiliano, el pequeño creó un puchero para quejarse, y ella angustiada al considerar que lo estaba lastimando apartó la mano.—Déjame yo lo haré— le dictó Maximiliano con tono cortante, en el momento que se aproximó.—No, papá ve a cocinar algo para mí, me rugen las tripas del hambre que tengo— le dijo haciendo que Maximiliano detuviera sus pasos.—¿No te has quejado por el dolor? — cuestionó sin comprender mirando al infante con mucho interés.—Claro que no papá, me he quejado porque es hora de mi desayuno— expuso el pequeño mostrando una sonrisa radiante.—Es muy temprano, no es hora del desayuno aún, además no has dormido nada— le reprendió Maximiliano porque el chico lo ha hecho madrugar con la excusa de que no podía dormir, ya que afirmaba tener pesadillas feas.—Papá tengo mucha hambre— protestó creando un puchero y Maximiliano ladeó la cabeza antes de retirarse sin manifestar nada.En cuanto él los dejó solo, E
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Escarbando en el pasado.
Cuando Isabella regresó al salón, Maximiliano le dedicó una mirada que no supo identificar, aunque no se detuvo a pensar, porque lo que menos quería era entender el porqué de su irritación; incluso le pareció raro encontrar a Oliver y a Maximiliano en silencio, ya que creía que estarían discutiendo como machos alfas que no pueden estar en paz cuando están juntos. Sin embargo, se limitó a solo ver como tenían las caras largas que demostraba la molestia que ambos estaban sintiendo. Razón por la que dedujo que de algo habían hablado para qué se encontrarán de esa manera, pero lo que menos deseaba era preguntar, por lo que ignorando todo le dijo a Maximiliano:—He convencido a Emiliano para que duerma un poco más, si estás de acuerdo puedo quedarme con él, pero debes irte a tu casa.Maximiliano no protestó como ella esperaba, por el contrario, lo que hizo fue marcharse sin pronunciar una sola palabra o sin esperar a que Oliver se retirara; actitud que dejó a Isabella impresionada y con c
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