Iker, mantenía a Miranda abrazada a él, sintiendo su cuerpo delgado y delicado. —¿Estás segura de que estás bien, mi amor?— preguntó preocupado. —Si, estoy bien, siempre estoy bien cuando tu estás cerca— lo abrazó con más fuerza— la verdad si me impresionó muchísimo, debí suponer que en algún momento, algo como ésto ocurriría. Lamento decepcionarte—dijo triste, entonces el ruso le tomó el mentón, elevándolo y obligándola a mirarlo. —¿Quién dijo que me has decepcionado?— preguntó con ternura. —Yo, te esforzaste para que tuviese buen entrenamiento, para que aprendiera a pelear, a disparar y ocurre está situación y me sentí tan expuesta, tan asustada, tan vulnerable, soy tu mujer, se supone que debo ser fuerte, y alli estaba aterrorizada. —No serías humana si no te hubieses sentido asi— le besó la frente— es natural que al verte en peligro, sientas terror. —Pero Irina, ni siquiera se inmutó, de hecho, podría jurar que si hubiese sido por ella, habrían salido a disparar, sencillamen
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