Iker, despertó después de su siesta, en cuando abrió los ojos se encontró con la tierna mirada de Miranda sobre èl, amaba la forma en la que ella lo miraba, era una extraña mezcla de amor, añoranza, deseo, admiración, su mujer lo miraba con absoluta adoración como si no existiese en el mundo otro ser más importante que él, y eso lo hacía amarla mucho más, la paz, el amor y la entrega que veía en sus ojos lo hacían sentir tan afortunado de haberla encontrado, de hecho, lamentaba no haberla encontrado mucho antes.. Él, un ruso frío, dedicado a negocios turbios, con un corazón helado para todo aquel que no perteneciera a su familia, había encontrado el amor en una extranjera, de apariencia dulce, pero de sangre ardiente. —¿Descansaste?— le preguntó ella con ternura, acariciando su frente y luego su mejilla. —Desde que estás en mi vida puedo asegurar que ahora descanso, siempre duermo como un bebé, con el calor de tu cuerpo junto al mío, me trasmites una paz que no había encontrado en
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