Lentamente, sin apartar su mirada marrón claro de la del rey, la mujer comenzó a avanzar por la recamara con pasos lentos y delicados, mientras comenzaba a quitarse la ropa. El rey la observaba desde su mullido sillón color verde, sin apartar ni por un solo instante sus ojos grises del cuerpo de ella.Con lentitud, disfrutando, saboreando de aquel momento, Korra comenzó a quitarse la ropa, revelando más y más piel blanca como la luna a su paso. Aquello era un ritual, una especia de rutina que ambos conocían a la perfección.—Buenos días mi señor—dijo Korra con un tono meloso que Elaine jamás le había escuchado utilizar, mientras se retiraba la tela que mantenía su entrepierna cubierta—¿Está de humor esta mañana?—Hola, pequeña, ven aquí—soltó el rey con tono demandante y autoritario, mientras pasaba su mirada gris sobre el cuerpo de la mujer como si fuera un trozo de carne—. No estoy de buen humor, será tu deber revertir la situación.—Como usted me ordene, mi señor—ronroneo ella, mie
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