—Creo que los príncipes necesitan un momento de privacidad—intervino el rey con una sonrisa amable y cordial, mientras se ponía de pie.Todos los miembros de la corte siguieron el ejemplo del anciano, quien comenzó a retirarse, avanzando con pasos cansados y algo lentos por el corredor del salón del trono, sin embargo, el hombre se detuvo al llegar junto a Elaine, a quien observo con una sonrisa aun mas amable y compasiva, la mirada propia de un padre hacia un hijo.>—Me alegra que te encuentres bien, princesa, temia por tu seguridad—dijo el hombre obsequiándole una sonrisa de muecas algo arrugadas, mientras apoyaba una mano sobre el hombro de ella.>—Llenaste de luz y alegría las paredes y pasillos de este castillo, niña, y nunca te agradeci por eso—continuo el anciano inclinándose hacia ella para rodearla con un fuerte abrazo—. Gracias, pequeña, por darle alegría y esperanza a este viejo tonto.Luego de aquel agradecimiento, el anciano y los miembros de su corte allí presentes se re
Leer más