Treinta minutos después, varios hombres llegaron a la oficina de Armando, dejaron las bolsas perfectamente selladas y salieron sin decir nada.Armando miró la torre de mantas y ropa atónito. Se puso de pie y con curiosidad de inclinó para verlas, las sábanas se veían de excelente calidad y las pijamas igual. Un sentimiento agrio de envidia de la buena lo hizo sonreír con impotencia ante esos dos.Un momento después, sacó lo que se necesitaba y envió a una enfermera a llevarle todo. Desde que las feromonas fueron llevadas, Liliana se recuperaba esplendorosamente. Cosa que emocionaba y enorgullecía a Armando de sí mismo.Y, para su sorpresa, debido a su constante exposición (o eso quiso creer), estaba mostrando o desarrollando cierta sensibilidad hacia las personas con casta. Como científico estaba más que emocionado, pero como ser humano, estaba comenzando a desarrollar cierto miedo hacia ello.*******—Señora, le he traído las mantas de hoy, ¿No es su esposo alguien muy atento? Jejeje
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