Elora Seguí al doctor sin poder creer lo que estaba pasando, pellizcando mi brazo ante lo que llevábamos semanas esperando, la angustia que sufrimos esperando lo peor aquella primera noche y en principal su esposa. Calista me pareció una mujer fuerte desde el momento en que la conocí, alguien que no fácilmente se rompería y lo corroboré con los días. Pero hubieron dos ocasiones en la que la vi tan rota, el día en que su abuela murió y el día del funeral. Pero nada de eso se comparó con lo que vi en estos dos meses, era un cuerpo ausente, como sin alma y con una gran agonía en sus ojos. Una mujer muy diferente a lo que conocí, una mujer que estaba rota al perder lo que más quería. La comprendía, en su lugar estuviese internada en algún lugar especial al no poder sobrellevar tanto dolor. Eso me demostraba nuevamente lo fuerte que era ella, sin duda alguien que tenía mi admiración. Vi a los médicos revisar sus signos vitales, hacerle preguntas de rutina para asegurar que todo estaba e
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