—Dijiste mierda —Le hice saber impresionada porque saliera de su aura normal de chico correcto.—Si, lo hice, ¿te gusto? —dice riéndose y poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón, de repente sonrojado— Si uno de los requisitos para quedarte al menos por un año, es que maldiga más seguido, te juro por mi puta vida que lo hare.Traté de enfocarme en lo más trivial que me dijo para no tener que afrontar que todo lo que fue dicho por él lo sentí sincero, que una parte de mi odio se transformó en compasión y que tal vez el que haya venido a rescatarme del orfanato sea algo bueno para mí. Sería erróneo afirmar que no sigo teniendo ciertos resentimientos con él, puede que lo culpe demasiado, pero una parte de mí sabe que tiene razón. Él era muy joven.Pero yo también lo era y mi única ilusión, mi único sueño era que mi hermano mayor viniera a rescatarme. Cuando crecí reemplace ese sueño, ya no esperaba que mi hermano venga a buscarme, quería que mi viejo amigo, confidente y guardián
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